Thursday, October 23, 2025


Expresiones Matéricas

El gesto como resistencia, la materia como memoria

 

A

l repetir el pasado, el presente se revela en sus huellas. El arte, en este sentido, entrelaza tiempos, emociones y memorias, invitándonos a recorrerlo no únicamente como observadores, sino como cuerpos que se reconocen y se reencuentran en cada experiencia estética.

En el ámbito pictórico, particularmente en las prácticas abstractas, el arte se configura como un espacio de convergencia temporal donde pasado y presente dialogan sin necesidad de una narrativa explícita, y aunque desprovista de figuración, la abstracción mantiene su voz, sus gestos, texturas y silencios que contienen una densidad expresiva que interpela desde lo no dicho. Así, la repetición del pasado no se reduce a la evocación, ; esta también reactiva memorias latentes que se inscriben en la superficie pictórica. La obra, de esa manera, se convierte en un territorio de tránsito afectivo, en el que el espectador deja de ser un mero observador y se reconecta con fragmentos de sí mismo, activados por la potencia evocadora de la materia y el gesto.

La obra de Teo Huerta nos convoca al recuerdo porque se construye a partir del pasado; un pasado que, surgido desde las entrañas de la abstracción, sigue ofreciendo nuevas posibilidades de sentido y locución.

 

En Expresiones Matéricas, nos invita a transitar un territorio pictórico donde la materia no es soporte, sino lenguaje. Marmolina, clavos, chilillos, telas, con cada elemento convoca una historia que aviva los recuerdos, y aun sin una planificación formal, estas obras se gestan desde la intuición, el accidente y la improvisación; convirtiéndose en gestos que no buscan representar, sino afectar.

Si bien su trabajo se inscribe en la tradición del expresionismo abstracto, Teo  lo reconfigura en lo matérico y desde una geografía emocional y fronteriza lo signa. Aquí, el trazo no es heroico ni universal, es íntimo, táctil, contaminado por lo cotidiano. La pintura se convierte en un espacio de desobediencia visual, donde el artista se aleja de las líneas rígidas para explorar composiciones abiertas, fragmentadas, profundamente humanas.

La improvisación no solo es método, es ética. En cada obra hay una entrega al proceso, dejando que el azar y la intuición guíen la forma, que bien puede leerse como una crítica al racionalismo moderno y una apuesta por lo situado, lo afectivo, lo relacional. Como en las prácticas testimoniales, el valor no reside en la perfección técnica la encontramos en la capacidad de la obra para convocar memorias encarnadas, gestos compartidos y afectos que resisten.

Las obras que componen esta exposición son, en ese sentido, una poética del borde, donde las cargas matéricas no solo construyen textura: inscriben territorio. En las telas y sus componentes hay una evocación de lo doméstico, lo precario, lo popular, haciendo que la pintura se vuelva archivo sensible, donde cada capa, cada trazo, cada accidente, es también una forma de recordar, de resistir e imaginar.

Las obras de Teo Huerta descansan también del silencio cuando agrega figuraciones, cuando deja entrever en su universo matérico elementos reconocibles con los que construye narrativas y deja que el que observa edifique también las propias.

Teo pinta, adosa, escarba y cimenta en lo matérico sin negar los influjos de Blancarte, su maestro y amigo que, para bien, le dio ideas para que cultivara su camino y en ese andar reconstruyó su ruta con las palabras del mentor, retomando los aciertos matéricos que son identitarios difíciles de ignorar de la obra imponderable del tutor.

Con el arte se reconstruye el pasado y con los recuerdos se agradece también, Teo lo ha hecho muy bien y eso se destaca porque nos recuerda que somos el fruto de todo lo que nos rodea.

 

Roberto Rosique

Facultad de Artes Tijuana, UABC / agosto, 2025

 

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