NOS DUELE Y NOS INDIGNA LO SUCEDIDO EN BARCELONA, PERO…
No hay
suficientes palabras para manifestar nuestra indignación por los hechos acontecidos
recientemente en Barcelona, no hay suficientes palabras para decir que nos
duele lo sucedido porque nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie; por lo
que era de esperarse la respuesta mundial que repudia tales hechos. La rabia de
la impotencia ante estos actos sanguinarios que reflejan las inequidades del
mundo, que reflejan la disconformidad por una sociedad completamente dispareja
donde el poder está en manos de unos pocos, mientras la gran mayoría sometida
vive condicionada a la ambición desmedida, que no únicamente trastoca el orden
mundial sino que orilla a grupos extremistas a encontrar pretextos para
descargar su ira (fundada o infundada) sin importar que sus acciones afecten a
vidas inocentes. El coraje desmedid vuelve al hombre -con más rabia- el lobo
del hombre, y ahora lo hace desde la infamia, desde la barbarie, desde la
atrocidad que no distingue a honestos de culpables, de ahí que actos como el
acontecido en Barcelona se vuelven (por la indignación que provoca) la razón
que une voces en el mundo para denunciar, condenar, para exigir el castigo
severo de los culpables; en este caso, como tantos otros atribuidos (por ellos
mismos o el sistema) a estas células extremistas musulmanas.
Es duro aceptar
que sólo después de estas acciones perversas el mundo busque unidad y exija
castigo, como sucedió después del
atentado del 11 de septiembre de las torres gemelas de Nueva York y la larga
lista de lo acaecido en otras ciudades primermundistas (Londres, Madrid, Paris,
etcétera), lo que está perfectamente justificado; sin embargo se olvidan o
ignoran otras actos tan perversos y más atroces como los sucedidos durante el
reinado del Presidente Pena Nieto, responsable de la friolera suma de más 90 mil
muertos por violencia en lo que va de su mandato y cuya impunidad no los
contabiliza, los ignora o los solapa. Eso duele también, indigna y da tristeza
que esto no sea considerado por el mundo “civilizado” como un acto de terror,
que no se juzgue a un sistema perverso como el mexicano que impunemente tolera
y propicia la barbarie. Esto debe condenarse mundialmente y sancionarse con
todo el peso que se merece, pero el silencio internacional que le acompaña, la
indiferencia que encubre y que indulta todo o sólo alza sus voces indignadas
selectivamente, es una injusticia imperdonable que también duele y preocupa. Nos
duele Barcelona como nos debe doler México y cualquier otro país del Sur Global
en las mismas circunstancias. Roberto Rosique.
No comments:
Post a Comment