Saturday, August 19, 2017

NOS DUELE Y NOS INDIGNA LO SUCEDIDO EN BARCELONA, PERO…
No hay suficientes palabras para manifestar nuestra indignación por los hechos acontecidos recientemente en Barcelona, no hay suficientes palabras para decir que nos duele lo sucedido porque nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie; por lo que era de esperarse la respuesta mundial que repudia tales hechos. La rabia de la impotencia ante estos actos sanguinarios que reflejan las inequidades del mundo, que reflejan la disconformidad por una sociedad completamente dispareja donde el poder está en manos de unos pocos, mientras la gran mayoría sometida vive condicionada a la ambición desmedida, que no únicamente trastoca el orden mundial sino que orilla a grupos extremistas a encontrar pretextos para descargar su ira (fundada o infundada) sin importar que sus acciones afecten a vidas inocentes. El coraje desmedid vuelve al hombre -con más rabia- el lobo del hombre, y ahora lo hace desde la infamia, desde la barbarie, desde la atrocidad que no distingue a honestos de culpables, de ahí que actos como el acontecido en Barcelona se vuelven (por la indignación que provoca) la razón que une voces en el mundo para denunciar, condenar, para exigir el castigo severo de los culpables; en este caso, como tantos otros atribuidos (por ellos mismos o el sistema) a estas células extremistas musulmanas.

Es duro aceptar que sólo después de estas acciones perversas el mundo busque unidad y exija castigo, como sucedió después  del atentado del 11 de septiembre de las torres gemelas de Nueva York y la larga lista de lo acaecido en otras ciudades primermundistas (Londres, Madrid, Paris, etcétera), lo que está perfectamente justificado; sin embargo se olvidan o ignoran otras actos tan perversos y más atroces como los sucedidos durante el reinado del Presidente Pena Nieto, responsable de la friolera suma de más 90 mil muertos por violencia en lo que va de su mandato y cuya impunidad no los contabiliza, los ignora o los solapa. Eso duele también, indigna y da tristeza que esto no sea considerado por el mundo “civilizado” como un acto de terror, que no se juzgue a un sistema perverso como el mexicano que impunemente tolera y propicia la barbarie. Esto debe condenarse mundialmente y sancionarse con todo el peso que se merece, pero el silencio internacional que le acompaña, la indiferencia que encubre y que indulta todo o sólo alza sus voces indignadas selectivamente, es una injusticia imperdonable que también duele y preocupa. Nos duele Barcelona como nos debe doler México y cualquier otro país del Sur Global en las mismas circunstancias. Roberto Rosique.

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