Saturday, November 16, 2013

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A propósito de Pessoa y Langagne

De Nuevo una esplendida noche en el Ceart Tijuana con la conferencia de Eduardo Langagne, entrañable poeta y amigo, quien disertó sobre la vida y obra de uno de los más sobresalientes poetas universales: Fernando Antonio Nogueira Pessoa (Lisboa, Portugal 1888-1935). Figura enigmática, la que esclarece (o por lo menos nos brinda indicios de su magnífica y prolífica escritura) con un discurso plagado de anécdotas sintonizados con su esplendida voz, la que modula cuando lee sus poemas al grado de introducirnos al universo del escritor sin siquiera pensar que lee una traducción y a veces traducción de otra traducción. 
Nos habla del hombre para quien la vida no parcia tener otro sentido sino escribir, beber y escribir, fumar y escribir. En su nota autobiográfica (aunque Octavio Paz dijera que los poetas no tienen biografía, tal como lo comentó Langagne), Pessoa escribió:
"Profesión: El nombre correcto sería «traductor», pero es más exacto el de «corresponsal extranjero de casas comerciales». El ser poeta o escritor no constituye una profesión, sino una vocación" (1935). 
Eduardo, da cuenta de esa personalidad múltiple, delimitada únicamente en la escritura y que en ese atavío de lenguajes y estilos, sus heterónimos (Alberto Caeiro, Bernardo Soares, Álvaro de Campos y Ricardo Reis, entre muchos más), que incluso se critican,  entretejen la labor titánica (aún sin publicar del todo) de una voz impoluta que da sostén a la grandeza de un pensamiento único.
Langagne, conocedor a cabalidad de la vida y obra de Pessoa no puede ocultar su exaltación cuando detiene su plática o la lectura, para dar paso a la anécdota, la que ornamentada de entusiasmo prodiga al público, como cuando en una charla de sobremesa, después de degustar comida y vino, las palabras afloran por la necesidad de compartir lo que más quieres.
Gracias Eduardo. 
Cuando las cosas se dan así, no hay nada que decir para retribuir la generosidad por envolvernos en universos que parecían distantes y por si eso fuese poco, el bardo que es inspirado por otro, saca de la manga, o la chistera cual hechicero medieval un As poético donde recrea, sin escatimar agradecimientos, esa voz portuguesa que a más de desvelos ha brindado, sin duda, júbilo y fruición al autor.
Hubiese sido oportuno, para al que lee esto, transcribirlo, como cierre de esta modesta nota, pero en su ausencia y justicia a la altura del mismo, escojo una minúscula muestra de la poesía rotunda de Pessoa:

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y los que leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten bien,
no los dos que él tuvo
mas sólo el que ellos no tienen.

Y así en los raíles
gira, entreteniendo la razón,
ese tren de cuerda
que se llama el corazón.


Autopsicografía (1 de abril de 1931)
Fernando Pessoa/Bernardo Soares
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza


Roberto Rosique


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