Sunday, September 08, 2024

 



Entre lo efímero, lo infinito y la memoria, herramientas para tejer una imaginación razonada.

A propósito de Dibujos en el agua de Luis Camnitzer.

 

Roberto Rosique

robertorosique@gmail.com

 

 

Los procesos creativos parecen surgir de la nada, pero esa nada está nutrida por algo: un pasado o presente que, aunque imperceptible o intangible, ocupa un lugar en el pensamiento. Este espacio cognitivo, donde residen las ideas, es la sustancia etérea de toda creación.

Además, transformar lo aparentemente trivial en algo complejo revela la habilidad del creador para encontrar y comunicar conexiones más profundas, enriqueciendo tanto el arte como la comprensión del espectador. Este enfoque permite descubrir nuevas perspectivas y significados, mostrando que todo tiene el potencial de ser reinterpretado y elevado a un nivel superior de comprensión y apreciación.

Lo fascinante del proceso creativo reside en su capacidad para concretarse plenamente cuando la idea es comprendida o reinterpretada por otra persona. Este proceso, que está inevitablemente mediado por la exégesis y el pensamiento crítico, transforma al observador tradicional, que normalmente solo contempla, en un cómplice y, en última instancia, en un coautor de la obra.

Dibujos en el agua (2012), una instalación de Luis Camnitzer (Lübeck, Alemania, 1936), compuesta de una oxidada palangana con agua (26 cm x 8 cm, ø), que es el soporte en el que se realizan los dibujos efímeros; una repisa con 44 botellas de cristal (8 x 28.5 cm, ø), con etiquetas blancas de borde rojo, numeradas sin ningún orden particular que contienen cantidades variables de agua y donde archivan cada uno de los dibujos elaborados en la palangana, y 5 textos impresos y enmarcados (30 x 42.5 cm, c/u) que ofrecen acercamientos diversos a la obra desde la libertad creativa que descarta límites y sus infinitas posibilidades distintivas, hasta la vulnerabilidad de la memoria al depender de la inestabilidad del agua, incluso, su posible pérdida o evaporación.

Una obra múltiple que sobrepasa los límites y a través de lo posible busca hacernos cuestionar lo establecido, poner en la misma línea la ficción y la realidad, representar el instante en lo eterno, lo fugaz en lo permanente en donde se pueden desprender igualmente, una infinidad de interpretaciones convirtiendo al que observa, también en otro autor.

Me acercaré a las ideas de Camnitzer a través de un texto breve, publicado en Umática, Revista sobre Creación y Análisis de la Imagen titulado de manera homónima Dibujos en el agua, (2022).[1]  Dividido en seis apartados que se interconectan a través de la metáfora de la palangana con agua, que funciona como un símbolo multifacético con el que aborda temas como la memoria, el olvido, el arte, la historia, y la percepción.

Luis Camnitzer, en el resumen de su propuesta, sugiere que los archivos históricos, aunque valiosos, corren el riesgo de desaparecer si no se organizan y etiquetan adecuadamente, destacando la importancia de preservar la historia para evitar que se pierda con el tiempo.

En el primer apartado, la palangana simboliza la mente o la imaginación, donde las ideas (dibujos) se gestan. Señala que la creación es un proceso frágil que requiere precisión y memoria, proponiendo la naturaleza efímera y exigente de las evocaciones. El autor expresa una sensación de insuficiencia frente a la perfección requerida, aunque también le asombra la cantidad ilimitada de ideas que pueden surgir.

En el segundo apartado, la palangana se convierte en un espacio secreto, donde la creatividad es libre de juicio o censura. Esto alude al carácter privado y personal de la memoria, que puede ser difícil de observar o interpretar desde el exterior. Está subyacente también en esta idea la metáfora del agua como un espacio de libertad creativa donde las acciones no dejan rastro, simbolizando el supuesto de que las ideas y pensamientos pueden surgir y desaparecer, pero el proceso creativo es un espacio seguro y confidencial.

En el tercer apartado, introduce la idea de la disolución de los dibujos como una analogía con la homeopatía, cuestionando si la inmaterialidad del arte (y, por extensión, de la memoria) puede tener un efecto más poderoso por su sutilidad, lo cual refleja la idea de que los recuerdos difusos o fragmentarios pueden tener un impacto profundo.

En el cuarto apartado, al reforzar la idea de la memoria como algo delicado, sugiere que la pureza de los recuerdos (dibujos) debe preservarse sin contaminación, destacando la necesidad de etiquetar y describir, es decir, organizar y proteger estos recuerdos para mantener su integridad.

En el quinto apartado, la palangana refleja la realidad y almacena estas imágenes indefinidamente, lo que conecta con la idea de que estamos rodeados de memorias y experiencias (archivos históricos) que necesitan ser protegidos y documentados para evitar el olvido, aquí simbolizado por la “evaporación”.

Finalmente, en el sexto apartado, se propone que el arte (y la memoria) puede(n) presentarse de manera simple, reduciéndolo a etiquetas que ocultan su complejidad. Esto critica la tendencia a simplificar la memoria o el arte para su consumo, evitando el enfrentamiento con su verdadera profundidad y posibles implicaciones.

En síntesis, Luis Camnitzer explora la relación entre la memoria, el arte, y la historia a través de la metáfora de la palangana con agua. La palangana es un espacio de creación, reflexión y preservación, pero también de fragilidad y riesgo de pérdida. El agua, como símbolo del flujo y la impermanencia, refleja la naturaleza volátil de la memoria y el arte, que requieren un cuidado meticuloso para evitar su evaporación o simplificación excesiva. En conjunto, los párrafos sugieren que tanto el arte como la memoria necesitan ser cuidadosamente protegidos y organizados, pero también advierten sobre los peligros de simplificarlos demasiado, ya que esto puede diluir su verdadero impacto y significado.

Aunque tradicionalmente el dibujo se entiende como una forma concreta que articula el pensamiento, en esta obra de Camnitzer ese principio se invierte. Aquí, el dibujo no existe físicamente; solo toma forma en la mente del espectador. Es decir, aunque el acto de pensar no es solo un proceso abstracto o mental, sino que suele manifestarse en formas perceptibles, en esta obra el pensamiento sigue siendo capaz de crear formas, pero estas se manifiestan tanto en el mundo tangible como en el intangible, sin necesidad de una representación física directa.

Luis Camnitzer de la aparente simpleza entresaca una idea que va conformando desde la lógica de las argumentaciones sólidas, de tal manera que, entre lo efímero, lo infinito y la memoria, anima al espectador a tejer una imaginación razonada, combinar la conciencia de lo transitorio (lo efímero), la contemplación de lo eterno (lo infinito), y la referencia a lo vivido (la memoria), se puede construir una suerte de imaginación que no es solo creativa, sino también reflexiva y profundamente conectada con la realidad y la experiencia humana.

Invita al que observa a cavilar para encontrarle sentido al aparente sin sentido, y si bien este recurso no es una manera atractiva para aquel que espera del arte un objeto colmado de belleza, o una alegoría sobre un hecho sensacional o una recriminación sobre las intransigencias; es una faceta en la cual lo creativo que nace del impulso, de la ocurrencia o de la exégesis, por muy elemental que sea el eje de la idea, fomenta otras alternativas discursivas en el arte que vistas con justicia —sin duda— resultan  también inestimables.

 

 

 

 

 

 



[1] Camnitzer, Luis (2022). Dibujos en el agua. Umática. Revista sobre Creación y Análisis de la Imagen, 5. https://doi.org/10.24310/Umatica.2022.v4i5.15919

 


 


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