Friday, February 21, 2020

EL CENTRALISMO COMO REMORA




MESA DE DIALOGO CULTURAL NOROESTE.
Participación en Mesa # 2 (Mayo, 2019)
El centralismo como rémora para los proyectos regionales evaluados desde ópticas particulares y convenidas.
Por Roberto Rosique

El Sistema Nacional de Creadores de Arte, convertido en una sumisa, crítica y aspiracional comunidad (González Rosas, 2017)[1], elevado a paradigma de excelencia es y ha sido una de las tantas limitantes para los creadores regionales, a quienes se les escatima el reconocimiento de su producción por el hecho de no haber sido participe del beneficio que significa formar parte de ese núcleo elevado a selecto. Aun cuando muchos han sido patrocinados a lo largo de los años, son, comparativamente con los favorecidos en la CDMX, siempre una minoría de los participantes; una cuestión que debe revisarse a cabalidad.
Cierto que el derecho a participar no debe tener restricciones, así debe ser también las decisiones que se tomen para el otorgamiento de las becas. Para nadie es extraño que existen artistas que han gozado del beneficio durante años y no necesariamente porque su obra sea excelsa, que son, además, comercializados exitosamente por galerías internacionales, así como creadores eméritos multipremiados cuyas obras cotizan altamente en ferias y subastas internacionales, y que existen artistas que son, a la vez, servidores públicos de mando medio y superior adscritos a la Secretaría de Cultura que gozan del beneficio becario. Condiciones irregulares y oportunistas que deben ser reconsideradas poniendo un alto a esta práctica desleal para dar opción a otros con los mismos derechos, iguales o mayores virtudes, pero sin influencias ni conocidos dentro del gremio institucional, curatorial ni en la industria cultural. Si esto que habla de acciones perversas aparentemente ignoradas por la Secretaria referida, siempre ha sido alarmante; no menos preocupante resulta desconocer los mecanismos, poco precisos, empleados para determinar quién merece el beneficio de la beca y que rigor se establece para decidir quién puede y debe ser el que juzga y premia.
Aun cuando existen requisitos claros para el cumplimiento de las bases estipuladas en la convocatoria y se cumplan estos a la perfección, jamás se entiende porque unos si son beneficiados, incluso, repiten el patrocinio, mientras otros que han buscado su participación por años no lo logran; aunque nunca se dice la causa por la cual no fue favorecido, existen aspectos medulares que lo determinan, reglas que sin estar escritas se cumplen a capricho del jurado en turno. Una de ellas es tomar en consideración las oportunidades que ha tenido el aspirante a becario de exponer sus trabajos en espacios o instituciones prestigiadas, tanto nacionales como extranjeras, sin que ello garantice que lo expuesto sea singular (novedoso, propositivo, único, con calidad, etc., pues esto lo decreta el jurado), de tal forma que el creador regional que ha pasado su vida entera produciendo arte y sólo ha tenido la oportunidad de mostrarla en su localidad o en la región, no importa las decenas de veces que lo haya hecho, como tampoco el reconocimiento que su propia comunidad le otorga, no es suficiente para ser tomado en cuenta; si, además, su producción se ha limitado a las artes plásticas sus posibilidades de obtener la beca se reduce considerablemente, una condición más impuesta por el jurado que por lo regular tienden a ser críticos o curadores contratados para tal función pero abiertamente inclinados por la producción contemporánea, regularmente cercanos al mercado del arte ya sea por su trabajo en instituciones reconocidas, museos, galerías o fundaciones en boga de alcances internacionales, en donde además se determina que vale y que no vale en el arte o en el peor de los casos cuando la decisión depende de jurados de probada deshonestidad, con antecedentes de corrupción (como pueden corroborarlo en esta pasada edición 2018), lo que hace inexplicable la forma en cómo se seleccionan y contratan estos personajes, donde se pasan por alto referencias y toda experiencia de prácticas indebidas, incluso, realizadas dentro de las mismas instituciones culturales, en un descaro que devela las mismas formas tramposas y abusivas que históricamente han caracterizado a las administraciones anteriores (priistas o panistas)  para favorecer a sus cómplices.  Ejercicios que deben ser revisados a consciencia por la nueva  administración federal de la cultura, para jamás repetirlas.
Ante tales condiciones, si sabemos que una de las causas, sino que la principal, se reduce a las decisiones de un jurado concertado, parcial e incluso sinvergüenza, que selecciona y otorga becas a discreción, propondría en principio, dar a conocer antelación los nombres de estos personajes, sus logros, valores y probidad, de tal forma que la comunidad valide o impida que estos jueces incompetentes tomen parte en el asunto; en segundo lugar emitir bases más precisas en donde las reglas no puedan ser reinterpretadas a conveniencia por los jurados; tercero, dar a conocer las razones por lo cual no fue seleccionado el aspirante, esto como una forma de enmendar yerros y volver a brindarles la oportunidad de participar en mejores circunstancias, y finalmente, que las becas dejen de ofrecerse a perpetuidad a los creadores eméritos, particularmente a aquellos colmados de premios cuyas obras cotizan altas sumas, y se evite la participación, por lo menos durante tres concursos, de los que han sido becados; todo ello con el ánimo de una distribución más amplia del recurso que, en definitiva, sale del bolsillo de la comunidad.

Dr. Roberto Rosique
Artista Visual, Escritor y Crítico de arte
Profesor de la Facultad de Artes de la UABC (Tijuana)
(664)318 92 41



[1] _González Rosas, Blanca (2017), La perversidad del Sistema Nacional de Creadores, Proceso, consultado, desde: https://www.proceso.com.mx/515501/la-perversidad-del-sistema-nacional-de-creadores

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