Friday, March 23, 2018



Cuando lo ruin se suma a la descalificación para únicamente denostar.
 “Denle duro vociferaba el can mayor, mientras los esbirros afilaban uñas, practicaban su labia y lanzaban todo lo que a su merced tenían; el acosado los miraba sin sorpresa y respondía calmadamente a los ladridos”. RR.

El epígrafe que escribí para introducir al tema es la descripción de la imagen que predominó de la entrevista que da origen el presente texto, que dada las intenciones y los resultados de la misma, seguramente se volverá referente emblemático del periodismo tendencioso y pueril.

La penosa historia de un grupúsculo de periodistas envanecidos, serviles y deshonestos, que buscaron, durante una hora y media, bajo todas las artimañas posibles descalificar al único político mexicano que ha demostrado signos de honradez, que va a la cabeza de las preferencias para la elección presidencial por sus actos, por su visión clara de que el camino de salvación del pueblo mexicano es acabar con la corrupción, y que el pueblo cansado de tantos descalabros, pobre y explotado ve como única posibilidad del cambio.
 Un triunfo para Milenio porque jamás en su pobre historia televisiva habían logrado el rating que les procuró la presencia de Andrés Manuel López Obrador, pero sobre todo una clara derrota al haberse develado a la opinión publica la naturaleza mezquina de sus insubordinados, que actuaron con dolo, bajo el pretexto de una entrevista, buscando humillar y descalificar al interrogado, consiguiendo sólo develar la pobre calidad moral que distingue a su periodismo ramplón.
Un grupo rencoroso de periodistas que han vivido leyendo noticias desde su perspectiva instrumental, bajo el cobijo del grupo empresarial Milenio, una filial disfrazada de Televisa,  claramente coludido con el sistema y que desde la comodidad de la radio y la televisión, detrás un micrófono, devengan altísimos sueldos, jamás se exponen a nada mientras reporteros mal pagados, en la calle pone en riesgo su vida por conseguirlas y estos periodistas de sillón se inflaman de indignación simulada cuando algún reportero pierde la vida por señalar la corrupción y la violencia; mientras ellos repiten únicamente las noticias convenientes. Periodistas comodines, fieles al que les llena el plato y el bolsillo, acatan órdenes sin chistar, acostumbrados a destruir con mañosos argumentos al que estorba.
Periodistas de derecha, que señalan equívocos del gobierno para simular la libertad de expresión, mientras besan la mano del Presidente en turno; un grupo que ha hecho un periodismo burdo, en esta ocasión comandados por Carlos Marín, un siniestro periodista, arrogante y gris, que ha inflado su figura con su postura revanchista y cínica, que ataca a todo aquello que se oponga al patrón, que afila su verborrea para denostar, enarca sus cejas para mostrar el odio con una mirada infausta y torva, y bajo la siniestra sonrisa rústica, la que parece disfrutar porque luce su dentadura postiza con orgullo. Un pobre diablo venido a periodista; que con su impertinencia y desafortunados comentarios durante la entrevista mostró la ralea de lo que está hecho.
Manuel Puig, el “López Dóriga” de Milenio, un astuto periodista convenenciero (busquen y lean su historial) que compromete al que entrevista y tergiversa declaraciones con la anuencia de siniestros personajes como el panista Diego Cervantes de Cevallos, su invitado semanal al programa, un político rancio y sinvergüenza, mocho y persignado que miente y despotrica amparado en la Biblia y la Ley; un personaje de miedo que “fortalece” la falsa honestidad del noticiero de marras. Puig embistió buscando vulnerar con las preguntas y en cambio recibió respuestas que lo desarmaron y no se retractó porque para ello se requiere de valentía y al parecer carece de ella.
Azucena Uresti, una lectora de noticias que repite y repite lo dicho por otros periodistas, que Milenio la usa como imagen de mujer liberal y que la única gracia que tiene es su belleza, por cierto, próxima a marchitarse. Insistió con preguntas sensacionalistas exigiendo un sí o no, rotundo; obteniendo del entrevistado, respuestas claras, amplias y aclaratorias a las mal planteadas interrogantes.
Jesús Silva Herzog, un pseudointelectual de centro-derecha, que desde su aparente sabiduría golpea con una retórica grillera apantalla-pendejos, que fue correspondido con una clase de historia de México en la que sólo movía catatónicamente su incomoda corpulencia aceptando su ignorancia al respecto.
 Héctor Aguilar Camín, un historiador advenedizo, multipremiado por Fox, Calderón y Peña Nieto, por su comportamiento siempre conveniente; atacó con cautela y aceptó asentando con la cabeza las respuestas, sin replica, pues no había razón para ella. Fue el menos agresivo, midiendo mañosamente su participación pues seguro entendía que no fue una entrevista honesta sino un ataque artero e injusto al que MLO respondió con una sinceridad inexistente en ellos y en los corruptos políticos mexicanos señalados.
Todos, amparados en el teatral escenario preparado exprofeso para el ataque masivo, intentaron descalificar a mansalva y con insidia a López Obrador con preguntas sensacionalistas, mofándose con risas socarronas o descaradas como las prorrumpidas por Carlos Marín y que recibieron en respuesta explicaciones sencillas que, no únicamente aclaraban sus preguntas malintencionadas sino que explicaba con claridad los objetivos de su futuro papel como mandatario nacional; que aclaró el porqué de lo inútil del nuevo aeropuerto, la razón de la mal interpretada amnistía a delincuentes en busca de una paz duradera, siempre —lo aclaró infinidad de veces— bajo la consulta previa con la población; la razón constitucional del porqué no meterá a la cárcel a Peña Nieto y las razones claras de lo inútil de las Reformas Educativas y Energéticas que sólo han beneficiado a las cúpulas de poder.
Una entrevista que dejó claro la valentía de un candidato vilipendiado, que acudió a ella a sabiendas del ataque de estos lobos rasurados, que dio respuestas clara a preguntas insidiosas, que demostró la calidad moral y los conocimientos de las necesidades apremiantes de un México en la pobreza, hundido en la violencia y la corrupción. Respuestas que incomodaron a gobernantes y empresarios deshonestos porque habló con la verdad y que veremos, en lo que resta de las campañas, cómo serán malinterpretadas buscando minimizar y ridiculizar a quien le demostró no temerles y develó —sin miedo— sus ansias de poder.
El circo montado por Mileno trajo a la memoria aquella exposición que marcaría otro rumbo del arte postimpresionista que dio pie al legendario encabezado noticioso: “Donatello entre los fauves”; sin embargo, a diferencia de los pintores franceses que trasgredieron las normas rancias establecidas (ejemplificadas por la única escultura expuesta, realizada académicamente a manera del renacentista Donatello), dispuestas a hacer un arte diferente y sin ataduras en el uso del color; los periodistas de Milenio, únicamente mostraron sus colmillos y garras buscando devorar como animales desenfrenados a un personaje que tiene lo que ellos carecen, sinceridad, honestidad y deseos de cambiar a un sistema corrupto, del que por cierto, ellos son excelentes representantes.
Roberto Rosique





 [r1]Catatónicamente


 [r2]

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