¿Por quién votar? o ¿Por qué votar?
Una
decisión que debería ser sencilla después de conocer el curriculum vitae y las
propuestas de campaña de cada contendiente, y aunque pueden ser dos elementos
suficientes que permiten esclarecer las intenciones del personaje; para el
sistema político mexicano estos aspectos suelen considerarse irrelevantes al
grado de poder falsearse sin que ello repercuta en la credibilidad del
candidato y aunque existen leyes que determinan sanciones, incluso el veto para
todo aquel que mienta y manipule información, estas jamás se aplica al
contendiente y cuando se hacen resultan maniobras del contrario coludidas con
el gobierno en turno y las autoridades que suponen velar por la legalidad
electoral, todo ello para joder al tercero.
Tomen
su tiempo y analicen las acciones declaradas, las propuestas y sus grandes
beneficios que ofrecen si obtienen el triunfo y encontrarán una sorprendente historia
maquillada de actos generosos y buena voluntad, de entrega a la comunidad y la
solución de sus problemas logradas durante
sus mandatos anteriores; suelen mostrar currículos impecables rebosantes de
títulos académicos (comprados en su mayoría) o en los casos más recientes o de
moda, las experiencias de éxito en la vida pública, particularmente en el mundo
rocambolesco del cine, la televisión o el deporte (aunque sea lo único logrado
en su vida), como si eso fuera suficiente para garantizar honestidad.
Candidatos
cínicos que hicieron un papel mediocre en sus administraciones pasadas y se
embolsaron lo que quisieron de dinero vendiendo, con sus decisiones amañadas, la
seguridad y el bienestar del pueblo. Hicieron alianzas siniestras para
mantenerse en el poder. Candidatos desvergonzados cuyas trapacerías, aun cuando
fueron develadas por los medios de comunicación, les ha importado un comino
pues están conscientes que el pueblo tiene memoria de teflón o les vale
Personajes
peripatéticos envalentonados por los enganchadores líderes para que den la cara
por ellos y el partido. Personajes carismáticos por sus participaciones en
telenovelas de televisa o cine barato de burdeleras como Carmen Salinas que derrama
brutalidad cuando habla o por sus hazañas deportivas como Cuauhtémoc Blanco o
Yaqui Nava, ignorantes, cultural y escolarmente hablando a más no poder, que
han usado su destrezas para patear un balón o agarrar a golpes al contrincante
y en un juego perverso nos los presentan como posibles salvadores de este
Mexico frijolero.
Una
burla tras otra es esta mascarada de las elecciones y como si esto no fuera suficiente
gastan millonadas en propaganda que no sirve
para nada y contamina. Recursos derrochados
con descaro que son indispensables, que bien pueden paliar parte de la miseria
que arropa a los más jodidos de Mexico que somos la inmensa mayoría.
Todo
esto y más lo sabemos y no nos sorprende, incluso lo reprochamos, pero hacemos
muy poco o nada para remediarlo. Pesa más la apatía, la güeva, el importamadrismo,
que la dignidad y la pelea por el cambio.
Analicen
por quién o por qué votar, hagan lo que dicte su juicio y su conciencia y no anulen
su voto, pues ello implicaría regalarlo al sinvergüenza.
La democracia la hacemos nosotros,
si queremos hacerla, y negarles el voto al cínico, al ladrón, al corrupto, al
hijoeputa es una forma de imponerla.
Ya es tiempo no
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