Bueno, la vida no siempre será de preocupaciones por las pendejadas del Gobierno
En este libro se reúnen varios trabajos, algunos sin editar, del argelino Jacques Derrida (El-Biar, 1930 — París, 2004) dedicados a ciertos asuntos de los animales. Preocupación constante y podría decirse que obsesiva procedente de una sensibilidad afectiva e intelectual hacia diferentes aspectos de la vida animal, curiosamente nunca considerados importantes por nuestra vetusta tradición filosófica. Ese desinterés filosófico ha ignorado sobre todo el sufrimiento que hemos perpetuado por siglos a los animales. La cuestión que procede plantearse no es si los animales pueden razonar sino preguntarnos: ¿pueden sufrir? Cuestión que adquiere una insólita relevancia teórica al hacerla converger con la necesidad de asediar los textos de una historia de la filosofía que se obstina en oponer al Hombre el resto del género animal como un conjunto indiferenciado: el Animal. Según Derrida muchos sino todos los filósofos han pensado siempre desde el antropocentrismo entendiendo la filosofía como una suerte de autobiografía antropomórfica. Ninguno de ellos ha tenido en cuenta que eso otro que nos mira es el animal. El autor quiere poner en cuestión la mismísima diferencia ontológica, esa que divide el ser en esencia y existencia, a la luz de la cuestión del animal. El fenómeno animal que hemos convertido en sacrificio. El animal que para toda la filosofía occidental no muere, no puede morir, porque no piensa, porque no posee autonomía, porque no posee rostro, porque no existe en cuanto tal:
“No se comprende a un filósofo más que si se entiende bien lo que éste pretende mostrar y, en verdad, fracasa en demostrar, acerca del límite entre el hombre y el animal”.
Jacques Derrida (2008) El animal que luego estoy si(gui)endo. Ed. Trotta.
Sin embargo, cierto es que debe preocuparnos el sufrimiento animal, esto es importante; pero, qué hay de voltear hacia el sufrimiento de nuestros semejante; ¿qué tan relevante resultarían las prioridades? Me parece que este libro de Derrida lleva justamente a eso, a buscar la manera de entender al ser vivo y colocarlo en mesa de los valores para tasarlos con la misma medida. En la medida del respeto que proferimos estará el que merecemos.
Por lo menos eso quiero entender esta Navidad (por lo fría y húmeda)
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