Los tiempos dejaron de tener importancia y un poema de ESALI es el pretexto
mixta sobre tela. 177 x 140 cm.
Exposición colectiva de bajacalifornianos actualmente expuesta en la Iglesia de San Agustín en Zacatecas, Zac.
mixta sobre tela. 177 x 140 cm.
Exposición colectiva de bajacalifornianos actualmente expuesta en la Iglesia de San Agustín en Zacatecas, Zac.
Honor a quien honor merece: algunas letras para Esalí
¡ay! Alicia fue la niña rara que encerraron antes de nacer
la que encerraron en una almendra amarga cuando nació de otra almendra amarga
la misma que encerraron en una almendra amarga
por negada la mujer que sola se encerró por obediencia en otra almendra amarga
por costumbre la crédula verbujer la mujerlabra
Esalí
De la obra literaria de Estela Alicia López Lomas (Tlaquepaque, Jalisco, 1944), en realidad se ha dicho o más bien se ha escrito muy poco en nuestro estado y esto no debe extrañar cuando se trata de una persona ajena a los conflictos políticos culturales sin sentido; que no dispersa su tiempo en el chismorreo cultural; que no privilegia favores o complacencias a instituciones de gobierno a cambio de reconocimientos, que por el contrario, ajena a la parafernalia de este conspicuo escenario cultural, se dedica por completo al ejercicio literario convencida de que éste es un camino que nos dignifica como individuos y nos enaltece como sociedad. La larga lista de su trabajo publicado lo confirma, para muestra unos ejemplos: Esalí (poemas, 1985); Aprendiz de humano (poemas, 1987), Las visitaciones de eros (poemas, 1989), Chomolunga (Premio estatal de cuento, 1990), Quincunce (poemas, 1993), El hombre de la lluvia (novela, 1994), Mi tambor mentiroso (poemas, 1995), Alicia en la cárcel de las maravillas (poemas, 1995), El fuego tras el espejo (Premio nacional de poesía Tijuana, 2000), etcétera.
Escritora versátil que incursiona en la narrativa, el ensayo, la traducción y por supuesto en la poesía. Poseedora de un estilo riguroso e inconfundible que la ha distinguido con un sin número de reconocimientos fuera de nuestra región y la convierte en uno de los sólidos pilares de nuestras letras y una digna representante de la literatura del Norte del país.
Aunque no me corresponde hablar del trabajo literario de Estela Alicia no puedo eludir el reconocimiento que le debemos como autora de obras indispensables en la literatura bajacaliforniana y ello no es una afirmación gratuita, mucho menos una alabanza sin fundamento, el trabajo metódico y perseverante de Esalí avalado en ese amor tezonudo por las letras y esa pasión por vivir en la verdad— la que para aliciente de nuestro espíritu desperdigado traduce a frases, oraciones o sentencias— son a fin de cuentas los responsables de esa obra admirable, que ya en su madurez, tiene aún mucho por decir. Trabajo que no ha recibido el crédito justo que le corresponde, es más, que ha sido ignorado por compiladores locales mediocres que usurpan funciones colgándose etiquetas de críticos que por supuesto no merecen. Este olvido es resarcido en parte, por el pensamiento liberal e incluyente de Weiss y Polkinhorn, autores del recién publicado compendio sobre la poesía de Baja California titulado: Across the line/Al otro lado, donde por cierto, publican dos de los poemas más estremecedores y rotundos que le he leído: un fragmento de “Alicia en la cárcel de las maravillas” con un enorme contenido humano y el reproche constante a una libertad frustrada, concentrado todo ello en un texto de largo aliento que en un hilvanar constante de palabras, hurtándole puntos y comas a las oraciones, en un sólo suspiro, “alfabeteando” insistiría Esalí, descarga la justificación o el pesar: ¡Infancia es destino!. Y “Aleph” otro poema donde al parecer el agradecimiento y el amor de algunas letras borgianas la llevan a la osadía de poseerlas y en su metáfora relata un coito, que a la manera de Abigael Bohórquez —sin menosprecio de la autora— le canta al sexo sin ataduras. Encabalgando palabras, resignificándolas, untándolas a la piel, haciendote vivir los gemidos, percibir olores, sentir calor y escuchar el sonido de esa humedad —lubricante— que sólo el arrobo de un amor libre lo permite y que aquí, la franqueza de una pluma hábil y madura casi lo hace realidad.
Estoy convencido, que las obras para que consigan ser originales además de la búsqueda y la experimentación con el ejercicio constante, deben estar siempre en consonancia con la personalidad del que las produce y si ésta, (la personalidad) se encubre en la deshonestidad y el egoísmo, lo mediocre hace presa fácilmente de ellas. Las obras de Esalí son la norma donde la calidad está hermanada a un espíritu de buena voluntad, a una actitud honesta y a una lealtad sin paralelo, y detrás de todo ello, un compromiso incuestionable con el oficio. Mis palabras que pueden sonar a requiebros sin sentido, las pueden constatar con todo aquél que conozca a Estela Alicia y seguro estoy que las confirman.
Reconocer el esfuerzo, la dedicación y los frutos del trabajo de un individuo deben ser obligación que confirme la regla y no un compromiso para cubrir programas institucionales o la oportunidad para gritar a cuatro vientos ensalzos que no son ciertos. Aceptar que el empeño por dar lo mejor de sí necesita de algo más que un abrazo para compensarse, debe ser obligación que de volverse realidad nos mantendrá unidos y orgullosos.
Este es un día muy particular para todos nosotros porque dedicamos un momento de nuestro tiempo a distinguir la valía de quien ha dado todo por nuestra cultura. Por ello, agradezco sinceramente al ICBC la invitación a ser participe de este homenaje a Estela Alicia, una gran escritora, una altísima poeta que prodiga amor a todo aquel que se le acerca y una imponderable mujer, a la que le agradezco de todo corazón su amistad.
¡ay! Alicia fue la niña rara que encerraron antes de nacer
la que encerraron en una almendra amarga cuando nació de otra almendra amarga
la misma que encerraron en una almendra amarga
por negada la mujer que sola se encerró por obediencia en otra almendra amarga
por costumbre la crédula verbujer la mujerlabra
Esalí
De la obra literaria de Estela Alicia López Lomas (Tlaquepaque, Jalisco, 1944), en realidad se ha dicho o más bien se ha escrito muy poco en nuestro estado y esto no debe extrañar cuando se trata de una persona ajena a los conflictos políticos culturales sin sentido; que no dispersa su tiempo en el chismorreo cultural; que no privilegia favores o complacencias a instituciones de gobierno a cambio de reconocimientos, que por el contrario, ajena a la parafernalia de este conspicuo escenario cultural, se dedica por completo al ejercicio literario convencida de que éste es un camino que nos dignifica como individuos y nos enaltece como sociedad. La larga lista de su trabajo publicado lo confirma, para muestra unos ejemplos: Esalí (poemas, 1985); Aprendiz de humano (poemas, 1987), Las visitaciones de eros (poemas, 1989), Chomolunga (Premio estatal de cuento, 1990), Quincunce (poemas, 1993), El hombre de la lluvia (novela, 1994), Mi tambor mentiroso (poemas, 1995), Alicia en la cárcel de las maravillas (poemas, 1995), El fuego tras el espejo (Premio nacional de poesía Tijuana, 2000), etcétera.
Escritora versátil que incursiona en la narrativa, el ensayo, la traducción y por supuesto en la poesía. Poseedora de un estilo riguroso e inconfundible que la ha distinguido con un sin número de reconocimientos fuera de nuestra región y la convierte en uno de los sólidos pilares de nuestras letras y una digna representante de la literatura del Norte del país.
Aunque no me corresponde hablar del trabajo literario de Estela Alicia no puedo eludir el reconocimiento que le debemos como autora de obras indispensables en la literatura bajacaliforniana y ello no es una afirmación gratuita, mucho menos una alabanza sin fundamento, el trabajo metódico y perseverante de Esalí avalado en ese amor tezonudo por las letras y esa pasión por vivir en la verdad— la que para aliciente de nuestro espíritu desperdigado traduce a frases, oraciones o sentencias— son a fin de cuentas los responsables de esa obra admirable, que ya en su madurez, tiene aún mucho por decir. Trabajo que no ha recibido el crédito justo que le corresponde, es más, que ha sido ignorado por compiladores locales mediocres que usurpan funciones colgándose etiquetas de críticos que por supuesto no merecen. Este olvido es resarcido en parte, por el pensamiento liberal e incluyente de Weiss y Polkinhorn, autores del recién publicado compendio sobre la poesía de Baja California titulado: Across the line/Al otro lado, donde por cierto, publican dos de los poemas más estremecedores y rotundos que le he leído: un fragmento de “Alicia en la cárcel de las maravillas” con un enorme contenido humano y el reproche constante a una libertad frustrada, concentrado todo ello en un texto de largo aliento que en un hilvanar constante de palabras, hurtándole puntos y comas a las oraciones, en un sólo suspiro, “alfabeteando” insistiría Esalí, descarga la justificación o el pesar: ¡Infancia es destino!. Y “Aleph” otro poema donde al parecer el agradecimiento y el amor de algunas letras borgianas la llevan a la osadía de poseerlas y en su metáfora relata un coito, que a la manera de Abigael Bohórquez —sin menosprecio de la autora— le canta al sexo sin ataduras. Encabalgando palabras, resignificándolas, untándolas a la piel, haciendote vivir los gemidos, percibir olores, sentir calor y escuchar el sonido de esa humedad —lubricante— que sólo el arrobo de un amor libre lo permite y que aquí, la franqueza de una pluma hábil y madura casi lo hace realidad.
Estoy convencido, que las obras para que consigan ser originales además de la búsqueda y la experimentación con el ejercicio constante, deben estar siempre en consonancia con la personalidad del que las produce y si ésta, (la personalidad) se encubre en la deshonestidad y el egoísmo, lo mediocre hace presa fácilmente de ellas. Las obras de Esalí son la norma donde la calidad está hermanada a un espíritu de buena voluntad, a una actitud honesta y a una lealtad sin paralelo, y detrás de todo ello, un compromiso incuestionable con el oficio. Mis palabras que pueden sonar a requiebros sin sentido, las pueden constatar con todo aquél que conozca a Estela Alicia y seguro estoy que las confirman.
Reconocer el esfuerzo, la dedicación y los frutos del trabajo de un individuo deben ser obligación que confirme la regla y no un compromiso para cubrir programas institucionales o la oportunidad para gritar a cuatro vientos ensalzos que no son ciertos. Aceptar que el empeño por dar lo mejor de sí necesita de algo más que un abrazo para compensarse, debe ser obligación que de volverse realidad nos mantendrá unidos y orgullosos.
Este es un día muy particular para todos nosotros porque dedicamos un momento de nuestro tiempo a distinguir la valía de quien ha dado todo por nuestra cultura. Por ello, agradezco sinceramente al ICBC la invitación a ser participe de este homenaje a Estela Alicia, una gran escritora, una altísima poeta que prodiga amor a todo aquel que se le acerca y una imponderable mujer, a la que le agradezco de todo corazón su amistad.
No comments:
Post a Comment