Tuesday, September 13, 2005


Amapolas
(by Estela Hussong, oleo sobre tela, 98 x 120 cm.)
El arte de Estela Hussong:
una sensible evocación de la originalidad en la sencillez



Cuando dirigimos la mirada al arte de hoy en día, la saturamos inexorablemente de imágenes que impactan por segundos, para desvanecerse y de manera irremediable pasar, en su mayoría, al recaudo del olvido. Será por la trivialidad, o la complejidad visual y conceptual que las conforma o por su incomprendida fugacidad y osadía, tal vez la inmediatez de su juventud que impide una lectura justa, o será quizá por la ausencia de la factura sometida al trazo, a la composición, al juego cromático, al truco representacional que el oficio pertinaz brinda y de manera particular encontramos en el dibujo y la pintura. Tal vez por ello también a menudo volvemos la mirada ansiosa de toparla con éstas formas retinianas y así, regodearnos de las evocaciones que estos procesos creativos dejan implícitas en sus productos, que pueden ser desde reflejos de una personalidad, la osadía de la recreación cuyo marca original la distingue, o el gesto sin narraciones de la abstracción, hasta el entrañable juego (cómplice) por dilucidar que transcurre en la imaginaría del artista mientras produce y éste, consciente de ese reto colma la obra de sugerencias. Causas, sin duda, implícitas igualmente en el arte actual, pero que tal vez cuando el pigmento y los pinceles son los protagónicos, conciliamos la idea —con mayor facilidad— con este género. Por un lado, entonces, tenemos la necesidad de un arte sin ataduras, que en la explosión de su libertad, invite a reflexiones y por otro, un arte apegado a normas del pasado que en la manera de afrontarlo, el compromiso a renovarlo lo signifique, reclamando así, su justo posicionamiento dentro de lo contemporáneo. En estos tiempos globalizados, lo incluyente se vuelve axiomático y lo tolerante una actitud inevitable.
Detener la mirada en las placidas obras de Estela Hussong es rememorar, en primer término, el íntimo quehacer del dibujo y esa consecuente solidez que lo planta emancipado ante la pintura, y en donde también esta última, enaltecida, pugna por su soberanía más por tradición que por derecho. Es decir, la solvencia de un trazo firme en el dibujo, la filigrana del detalle con la paradójica economía de recursos, hace de sus temas botánicos —de esta exposición— expresamente escasos (amapolas, higueras, olivos, nísperos) más que una ilustración enciclopédica, una sensible evocación de la originalidad en la sencillez, que no requiere, además, de cromatismos para la autosuficiencia, y por otro lado, una pintura que se enseñorea por darle relevancia a la simplicidad de los temas a través de la mesura del color, de las atmósferas recargadas de trazos sutiles y elementos dispersos de la misma naturaleza, otorgándole cierta fragilidad y una aparente complejidad que obliga la mirada al escrutinio, y si bien, la figuración es intencionada, hay en esa madeja de líneas una subliminal abstracción que conmina a lecturas múltiples.
Si el tema (de esta muestra) es una circunstancia afortunada en la Obra de Estela Hussong, y aunque podría afirmarse que no hay esencia forestal ni planta comestible o dañina que, por sus frutos, su forma, su color, haya dejado de ejercer influencia en las costumbres y pensamiento del hombre; ni hay tampoco que extrañarse de que éste, en su propensión a encontrar una explicación a cuanto escapa a su conocimiento, le atribuya virtudes de algún poder oculto; los dibujos y las pinturas de ésta artista, no buscan desentrañar cualidades o características propias de la herbolaria o cualquier atributo mítico, sin embargo, Estela se empeña en demostrar la “aparente” fragilidad, simplicidad y exquisitez de lo que traza y colorea, como una manera puntual de hacernos ver ese universo que a la mirada común pasa desapercibido. En el caso particular de los dibujos, la línea segura, la meticulosidad del detalle cuidadosamente realizados sobre el delgado soporte que en su gran mayoría los contiene: el papel de arroz, hacen aún más sutiles las piezas, y en las composiciones al óleo o al temple sobre tela o madera, la firmeza del trazo empleado no se contrapone a la delicadeza de lo pintado.
A la mirada atenta de la artista (por desentrañar de su entorno motivos que incitan a su representación) le da igual la más insignificante rama o arbusto, una flor o un simple fruto, o esa piedra olvidada carente de gracia para muchos, Estela encuentra en ellos suficientes elementos para hacernos ver que en las cosas pequeñas (en apariencia) la naturaleza desborda también su grandiosidad. Los arrebatos de un arte grandilocuente, escandalosamente colorista no siempre complacen los sentidos o motivan reflexiones. En las cosas menores —parecen sentenciar con insistencia las obras de la artista— se pueden esconder tantos valores como deseos de encontrarlos tenga el espíritu.
Otra línea más se distingue en la obra plástica de esta artista bajacaliforniana y es el equilibrio guardado en las series de sus propuestas estéticas, (amapolas, troncos, frutos, piedras, etc.), es decir, la suficiencia de una obra aislada y la coherencia de la serie misma, que en palabras de la autora “son como piezas de un rompecabeza” que se embastan con tal precisión que forman un todo. La temática propia, la recurrencia a la composición diagonal, la uniforme policromía, los amplios espacios sin figuras son características que crean un patrón y nos induce a encontrar en las extensas series un sentido preposicional, coherente. El trabajo, por tanto, de esta autora mantiene la misma consonancia y notabilidad en una obra solitaria que en su conjunto.
Tanto el dibujo como la pintura de Estela Hussong, saturadas de afirmaciones por la importancia de la simplicidad, incita a confrontarla con la obra convulsa y efímera del presente, no para que se invaliden mutuamente, sino para entender que la libertad creativa que justifica al arte, no únicamente debe admitir su convivencia, sino el derecho de aceptarse desde cualquier ángulo que se mire, ya sea por la oferta misma o de manera particular, por la calidad de lo ofertado, aunque este ultimo atributo parece que ha dejado tiempo atrás de ser preponderante en el arte contemporáneo. El arte de Estela es pues, desde esta perspectiva, una tregua obligada en el azaroso universo artístico de hoy en día, un arte que fundado en la sencillez (como eco de las equivalencias de valores) reclama con una razón justa el reconocimiento de su actualidad.
Posted by Picasa

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