Expresiones Matéricas
El gesto como resistencia, la materia como memoria
|
A |
l repetir el pasado,
el presente se revela en sus huellas. El arte, en este sentido, entrelaza tiempos,
emociones y memorias,
invitándonos a recorrerlo no únicamente como observadores, sino como cuerpos que se reconocen
y se reencuentran en cada experiencia estética.
En el ámbito
pictórico, particularmente en las prácticas abstractas, el arte se configura
como un espacio de convergencia temporal donde pasado y presente dialogan sin
necesidad de una narrativa explícita, y aunque desprovista de figuración, la
abstracción mantiene su voz, sus gestos, texturas y silencios que contienen una densidad expresiva
que interpela desde lo no dicho. Así, la repetición del pasado no se reduce a la
evocación, ; esta también reactiva
memorias latentes que se inscriben en la superficie pictórica. La obra, de esa
manera, se convierte en un territorio de tránsito afectivo, en el que el
espectador deja de ser un mero observador y se reconecta con fragmentos de sí
mismo, activados por la potencia evocadora de la materia y el gesto.
La obra de Teo Huerta nos convoca al recuerdo porque se construye
a partir del pasado; un pasado que, surgido desde las entrañas
de la abstracción, sigue ofreciendo nuevas posibilidades de
sentido y locución.
En Expresiones Matéricas, nos invita a transitar un territorio pictórico donde la materia no es
soporte, sino lenguaje. Marmolina, clavos, chilillos, telas, con cada elemento convoca
una historia que aviva los recuerdos, y aun sin una
planificación formal, estas obras se gestan desde la intuición, el accidente y
la improvisación; convirtiéndose en gestos que no buscan representar, sino
afectar.
Si bien su trabajo se
inscribe en la tradición del expresionismo abstracto, Teo lo reconfigura en lo matérico
y desde una geografía emocional y fronteriza lo signa.
Aquí, el trazo no es heroico ni universal, es íntimo, táctil, contaminado por
lo cotidiano. La pintura se convierte en un espacio de desobediencia visual,
donde el artista se aleja de las líneas rígidas para explorar composiciones
abiertas, fragmentadas, profundamente humanas.
La improvisación no solo es método, es
ética. En cada obra hay
una entrega al proceso,
dejando que el azar y la intuición guíen la forma, que bien puede leerse como
una crítica al racionalismo moderno y una
apuesta por lo situado, lo afectivo, lo relacional. Como en las prácticas testimoniales, el valor no reside en la perfección técnica la encontramos en la
capacidad de la obra para convocar memorias encarnadas, gestos compartidos y
afectos que resisten.
![]()
Las obras que
componen esta exposición son, en ese sentido, una poética del borde, donde las cargas
matéricas no solo construyen textura:
inscriben territorio. En las telas y sus componentes hay una
evocación de lo doméstico, lo precario, lo popular, haciendo que la pintura se
vuelva archivo sensible, donde cada capa, cada trazo, cada accidente, es
también una forma de recordar, de resistir e imaginar.
Las obras de Teo
Huerta descansan también del silencio cuando
agrega figuraciones, cuando deja entrever en su universo matérico elementos
reconocibles con los que construye narrativas y deja que el que observa
edifique también las propias.
Teo pinta, adosa,
escarba y cimenta en lo matérico sin negar los influjos de Blancarte, su
maestro y amigo que, para bien, le dio ideas para que cultivara su camino y en
ese andar reconstruyó su ruta con las palabras del mentor, retomando los
aciertos matéricos que son identitarios difíciles de ignorar de la obra
imponderable del tutor.
Con el arte se
reconstruye el pasado y con los recuerdos se agradece también, Teo lo ha hecho muy bien y eso se destaca porque nos recuerda que somos
el fruto de todo lo que nos rodea.
Roberto Rosique
Facultad de Artes Tijuana,
UABC / agosto, 2025

