Mirar el pasado para recomponernos
(Palabras para animarnos a
replantear una nueva Facultad de Artes en la UABC)
Dr.
Roberto Rosique[1]
Nada es más caro que una
oportunidad perdida.
H. Jackson Brown,
Jr.
Life's Little Instruction Book, 1991.
Las oportunidades que la vida brinda no
son muchas, aun cuando se diga con bastante convicción que solo es una. En
cualquier circunstancia, cuando se nos presenta la oportunidad de cambiar algo
para mejorar, enmendar equívocos, hacer lo pertinente y aportar para el
progreso de la comunidad, lo correcto es actuar con convicción, ética y
responsabilidad. Sin embargo, a menudo mostramos indiferencia ante estas disyuntivas,
ya sea porque no hemos conseguido anteponernos a las imposiciones que señalan,
intimidan y sancionan o porque se prefiere la comodidad al desafío.
Este párrafo de clamores
viene a colación por el momento coyuntural que estamos viviendo en la Facultad
de Artes de Tijuana, y quisiera pensar que también de Ensenada y en menor
medida Mexicali, al habernos descentralizado de la matriz mexicalense, que para
sanidad de cada uno de los campus, es lo mejor que nos ha sucedido desde
aquel 2003 cuando un puñado de artistas forjamos una Escuela de Artes que
aspiraba a convertirse en un espacio creativo, en un lugar que proporcionaría a
los dicentes oportunidades para mostrar al mundo el potencial que encierra el
arte, más allá de su espíritu simbólico y emotivo contenido en la imagen o el
objeto.
Y pese a que nos percatamos desde los primeros años de
actividad de la escuela, del rezago de contenido y didácticas instruccionales,
que no correspondían a la realidad global del arte, como tampoco a las acciones
de una comunidad creativa tijuanense que estaban reemplazando los pinceles y
lienzos por las instalaciones e intervenciones de espacio bajo la premisa del
concepto, que con ello mostraron al mundo la otra cara de una frontera insumisa;
futura meca cultural dijeron unos, laboratorio de la postmodernidad otros
(1998)[2], y
no eran declaraciones emitidas por cualquiera, provenían de miradas críticas
atentas a lo contemporáneo, que vieron en ese puñado de creadores,
autoinstruidos en la informalidad, lo que parecía depararle a la cultura regional.
En ese contexto efervescente nació
nuestra escuela de arte y no supimos (todos los involucrados) entrever, ni
imaginar qué era lo que realmente tendríamos que haber hecho.[3] Con una inusitada inocencia
aceptamos por invitación del rector Alejandro Mungaray Lagarda (2002-2006), crear
una Escuela de Arte bajo el cobijo universitario y en nuestra ignorancia
creímos que replicar el viejo modelo expresionista de las artes plásticas [4] (ya para ese entonces anquilosado),
era un buen comienzo. Estábamos ofuscados y entendimos que, así como nos
formaron, debíamos igualmente instruir.
Durante la primera administración (2004-2007), nos percatamos
del papel rezagado de los contenidos curriculares, ello motivó al
replanteamiento de los planes de estudio; el diagnóstico develó el cumplimiento
parcial de los perfiles esperados de egreso y hubo un intento por cambiarlos,
pero no se tuvo la suficiente visión para erradicar la antigua idea de que ser
artista era únicamente tener conocimiento de la historia occidental del arte y adiestrarse
en el campo de lo plástico para cumplir con las exigencias de un mercado que,
además, discrecionalmente premia o sanciona, y determina que es, o no, arte.
En el 2011, se
pusieron en marchas los planes de estudio remozados, que habían tomado en
consideración (aunque nunca se declaró) el modelo de Educación Artística Basado
en Disciplinas (Rosique, Ibíd., 2016),[5] pero
se había mantenido el mismo perfil de egreso para el alumno. Pronto advertimos
que se repetía igual la experiencia con egresados que no encontraban acomodo en
el campo laboral para el que fueron instruidos.
¿Fuimos inocentes,
necios o arrogantes?, fuimos eso y más, porque dejamos que el rumbo de la
escuela, después de la primera administración lo asumieran quienes menos
capacitados estaban para ello, ya que sus intereses se afincaban en el teatro y
todo lo ajeno a esa área era para ellos inexistente, y no es que en verdad no
les importara, fue que no entendían un ápice de las artes plástico-visuales, no
tenían la capacidad para cambiar las cosas porque no sabían cómo hacerlo y eso
no es punible; pero sí el hecho de cerrarse en su círculo y no permitir ni la
participación de quienes siempre pugnamos por el cambio, como tampoco el
asesoramiento de aquellos especialistas en el área; no se recurrió a quienes
tenían la capacidad de orientar para mejorar el rumbo de la escuela, menos para
convertirla en una escuela contemporánea de arte. [6]
Y si esto es de
por sí ya una calamidad, lo peor estuvo en el desinterés por tomar en
consideración los resultados que arrojaron los diagnósticos para justificar los
cambios de planes de estudio (2003, 2011, 2023).[7]
Fueron ignorados, manipulados y, a sabiendas de que los perfiles de egreso no
se cumplían o lo hacían a medias, se reparcharon los contenidos y se continuó
campechanamente, con el mismo perfil de egreso, un poco remozado con adornos y
palabrerías.
Esto no es
cualquier cosa, y aquí somos, inevitablemente, culpables todos quienes hemos
estado en la Facultad de artes y quiero especificar en la Licenciatura de Artes
Plásticas, la que a partir de la próxima nueva generación se denominará
Licenciatura en Artes Visuales como un
paliativo al verdadero rezago de contenido y enfoque instruccional; sin
que debamos olvidarnos, por supuesto, de las otras licenciaturas que merecen
también en muchos aspectos una reconsideración, y esto, aunque es harina del
mismo costal, deberán asumirlo (con todos sus derechos y sin el temor que los
acosa) los compañeros quienes lo padecen y mejor conocen la situación.
Tuvieron que pasar
12 años para que la Dirección en Mexicali se preocupara por revisar los Planes
de estudios que habían nacido discapacitados y convertidos en un pretexto para
seguir enseñando arte desde la modernidad, para que los egresados se
enfrentaran a una realidad posmoderna en la que les era y es, casi imposible
sobrevivir con esas herramientas.
De esos años
padecimos ocho de entera indiferencia de lo que sucedía en las artes
plástico-visuales, porque para la cabeza institucional atareada por el teatro,
lo demás no era importante, si acaso únicamente para incluir en la nómina a
aquel que mostrara afinidad a sus conveniencias, y nadie, ninguno de los
docentes interesados y con suficientes conocimientos sobre la realidad en las
artes plástico-visuales, hicimos —en absoluto— nada para remediar el mal; mientras
en los puestos administrativos se desempeñaba todo bajo observación y sigilo,
jamás se consideraron importante las opiniones de otros que no fuera la de sus
seguidores.
Algunos docentes aceptamos con imposición o dádiva dar
tal o cual materia, otros tuvimos la oportunidad de escogerlas de acuerdo al
gusto o al perfil, e hicimos como que instruíamos a una comunidad inocente,
ávida de enseñanza, pero más de una justa orientación para el futuro que les
esperaría en el arte.
Los
cuatro años restantes (2019-2022) transitados en el mismo modelo académico,
pero ya bajo la responsabilidad directiva de un maestro en Docencia, vimos
incrementar la matrícula de alumnos, sin que se observara, más allá de lo
declarado y escrito en el Plan de Desarrollo Institucional de la Facultad, un
interés franco en la investigación, en la generación de prácticas académicas
críticas e interés real por insertar al egresado en las problemáticas del
contexto local ni global; egresándolos, eso sí, al mismo campo laboral que
continuaba sin correspondencia con el perfil de salida para el que se le había
instruido.
Con
todo, en las nuevas elecciones para la Dirección institucional (2023) logró
volver a quedar la misma administración en el puesto, no sin antes ser observado,
por la Junta de Gobierno en turno, su desempeño que no fue del todo óptimo. Observaciones,
de entre ellas, las que invitaban a cambiar los planes de estudio como algo ya
impostergable, al igual que la descentralización de Mexicali de las otras sedes
municipales.
Los nuevos planes de estudios (2023), que recién implementamos,
nacieron también con problemas porque repiten muchos de los mismos esquemas de
contenido que han construido el cuerpo curricular de la carrera; con algunos
cambios de tópicos, permutas de asignaturas, la mayoría de ellas quizá les
resultaron novedosas a los constructores del modelo, sin darse cuenta de que
estas han sido exploradas desde el introito de la postmodernidad en otros
países agotando sus posibles fortalezas creativas e innovadoras (Arte sonoro,
Arte textil, etc.), poniendo poca o nula atención a las deficiencias ya
señaladas: la investigación, la reflexión académica crítica y al compromiso
social; pero, eso sí, manteniéndose en la promesa de un perfil de egreso
diferente, que sigue siendo el mismo, solo aderezado, como decía párrafos arriba,
por palabras que adornan, pero que son completamente ajenas a la realidad que
ofrecen.
Descentralizarnos,
expresaba en un principio, es una gran oportunidad que no debe desaprovecharse,
ya que es el momento conveniente para corregir lo que tiempo atrás no se hizo,
es aprovechar el momento para designar una administración que entienda el papel
glocal que juega el arte en la actualidad; que reconozca que existen otras
responsabilidades por encima de la formación como productores únicamente de insumos
para un mercado selectivo; que hay otros modelos pedagógicos afines a nuestra realidad que pueden servir
de ejemplo para la construcción del nuestro.
Es un momento
propicio, fundamental, para revisar el nuevo modelo establecido desde Mexicali,
exigir la realización de un diagnóstico por profesionales confiables y competentes
en su área, para conocer el estatus real de nuestros egresados, el grado de
cumplimiento del perfil ofrecido, para estar al tanto de su efectiva inserción al
campo laboral, y conocer con entera certeza la opinión de los contratistas, de
los generadores de empleos, pero sobre todo atentos a la realidad social del
contexto en donde el arte tiene mucho por hacer; sin olvidar un diagnóstico
sobre el consenso universal del arte y así determinar el modelo epistemológico de
escuela que conviene establecer para ofertar al dicente un programa congruente
que garantice una inserción laboral segura, y con el interés, además, de
convertirnos, como propone el Modelo Educativo de la UABC, en referente en la
construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Estamos ante la
oportunidad de cumplir nuestros anhelos (si es que los tenemos) de conformar
una Facultad de Artes que instruya alumnos para el mañana que es hoy; que les
brinde la oportunidad de ser realmente competitivos no solo con sus habilidades
técnicas, sino con su reflexión crítica y capacidad creativa, la que
seguramente los llevará a la construcción de rutas propias, donde pueda
contribuir con sus ideas en la cimentación de una mejor sociedad, donde pueda
con una estética diferente darle sentido y valor a las cosas, con las que
seguramente se alcanzará el respeto y el reconocimiento como un constructor de
obras y proyectos de alcances múltiples, y ello no descalifica a las artes
plásticas a menos que esta permanezca bajo la consigna de priorizar su
producción a las exigencias del mercado, en tanto desvaloriza las otras
responsabilidades que el arte tiene en los campos reflexivos, educativos y
sociales.
Por ello también,
requerimos de una Dirección que a sabiendas de que debe compartir
responsabilidades administrativas con Teatro, mantenga las puertas abiertas al diálogo
con los integrantes de las dos licenciaturas y acepte con humildad las otras
ideas; que no ignore el valor de la crítica que forma porque devela y
construye, que valore al docente, a todos, y en particular al de asignatura que
parece estar todo el tiempo bajo la consigna de, o te afilias o no hay
materias, y le provea seguridad y oportunidades para su actualización, su
crecimiento educativo y laboral.
Así como también el
saber compartir las decisiones del porqué se designa a tal o cual personal a
ese puesto administrativo, dando a conocer a la comunidad docente su perfil, su
nivel de competencia, su injerencia en el campo creativo; lo mismo con la
planta docente a contratar, anteponiendo la imparcialidad en todos los sentidos;
es menester, por tanto, trabajar con el consenso que proporciona la reflexión
académica, solo así será posible forjar esa nueva escuela que no tenemos, pero
que seguramente anhelamos.
La tradición
educativa que se ha propuesto nuestra Universidad destituir y cambiar por un
modelo crítico y propositivo no se lograría jamás si se perpetúan los mismos
sistemas de mercadeo de puestos administrativos, si se sigue recompensando por
la amistad, no por la capacidad y el compromiso; si se continúa pensando en la
jerarquía como el puesto omnipotente donde se hace todo lo que se les antoje.
Para la Universidad la administración es un apoyo a la consolidación del
modelo educativo, que debe ser eficiente, ágil, oportuna y trasparente al
contribuir al desarrollo de la infraestructura académica y dé respuesta a las
necesidades de formación de los principales actores del proceso educativo (UABC,2023). [8]
En un modelo
educativo, humanista-constructivista, centrado en el alumno como el nuestro (ibíd.,
2023:83), el papel de la jerarquía administrativa tiene el mismo grado de
compromiso institucional al de cualquiera otro de sus integrantes no importa el
rol que juegue, y es el de cumplir a cabalidad con la responsabilidad que le
fue otorgada, y ello no provee poder ni inmunidad, tampoco puede permitir
abusos; por el contrario, invita a ser neutral
y conciliador con todos los integrantes de la comunidad para garantizar equidad
y progreso. [9]
Si el compromiso
como administradores o docentes se sustenta, tal lo plantea el rector Luis
Enrique Palafox Maestre, en la autonomía y gobernanza; responsabilidad social
universitaria, y equidad; declarar lo que hemos sido y somos es una manera de
reconocer esfuerzos, pero también de enderezar el rumbo equivocado, y lo deja
claro cuando expresa que “No somos una torre de marfil, somos una institución
referente en la construcción de una sociedad más justa y equitativa, en un
México que ha apostado por un cambio profundo y que hoy tiene la inigualable
oportunidad de lograrlo” (UABC, 2023:10)[10], es
realmente un desafío, ratifica el rector, que solo veremos fructificar
convencidos y comprometidos en lo que a cada uno nos corresponde hacer.
Es un buen momento
para mirar el pasado, ya no para reprocharle, menos para replicarlo, sino para
imaginar lo que queremos mañana y comencemos a construirlo hoy.
Basta de trabajar
con miedo, de no poder decir lo que piensas por temor a la censura o la
exclusión, basta del abuso; pero también basta de la indiferencia por no querer
aceptar que lo que hemos hecho, aun con la mejor intención del mundo, no ha
estado del todo bien ofreciéndole al alumno herramientas oxidadas, ancladas en
una única visión eurocentrada que ofrece el éxito si réplicas únicamente sus
normas mercantiles.
Y como si esto
fuera poco, ante el entendido que no hay en la región un mercado del arte establecido;
ni escuelas suficientes para integrarlos en la enseñanza del arte o la
educación artística; ni medios de comunicación virtuales o impresos que paguen
sus contribuciones críticas o informativas sobre arte; que no hay
disponibilidad de recursos para costear honorarios por la promotoría cultural,
con estos ejemplos sería absurdo perpetuarnos en esta complicidad que jamás ha
tenido sentido.
Nos hemos ido diluyendo
en el conformismo y pese a que nuestra planta de alumnos se incrementa en cada
ciclo, no ha sido por el éxito logrado por sus egresados, pues aun con los 20
años encima, los dedos de la mano sobran para señalar a aquel que ha logrado el
reconocimiento nacional o en el extranjero y menos aún, que pueda demostrar un
digno patrimonio económico como usufructo de su práctica artística, y esto, es
una verdad dura e incómoda, que al no reconocerla o sin darnos cuenta de ello, también
hemos ido desvalorizando nuestra escuela, a la que aun con tantos años en la enseñanza
no hemos podido definirle un perfil epistemológico que la distinga.
Actuar en
consecuencia no es tan sencillo y se entiende, conlleva una enorme carga de
responsabilidad y temor, el miedo inaudito al castigo, el pensar que podemos perder
lo que tanto trabajo nos costó sembrar, y es comprensible; sin embargo, es la
razón más común por la cual nos mantenemos en la medianía, apenas perceptible
en el traspatio regional, pues quien ha tomado la batuta no ha hecho nada para
el cambio, salvo el de sus propios intereses.
Asumamos el reto y
démonos la oportunidad de demostrar que no únicamente somos competentes en
nuestras áreas de especialidad, sino que tenemos la capacidad de instruir con
el compromiso ineludible de la ética, del espíritu colaborativo, de la crítica,
bajo la consciencia clara de conformar mejores individuos capaces también de
generar conocimiento, que es hacer arte, y ser mejores individuos comprometidos
socialmente.
Si la relevancia
de las instituciones de educación superior, como la nuestra, se fundamenta como
lo plantea el rector en la introducción del Plan de Desarrollo Institucional
2023-2027,[11]
en la responsabilidad de formar profesionistas que, además, de contribuir al
desarrollo social, sean capaces de lograr su desarrollo personal; creo que no hemos
estado haciendo las cosas como deben ser; es, por tanto, compromiso ineludible de
todos nosotros corregirlo.
Semblanza
Curricular:
Dr.
Roberto Jiménez Rosique (Roberto Rosique)
Nace en Cárdenas, Tabasco, México, en
1956. Radica en Tijuana, B. C., desde 1986.
Formado profesionalmente en el campo
multidisciplinar como Médico General, con Especialidad en Pediatría y
Subespecialidad en Oftalmología Pediátrica, es a su vez artista
plástico-visual, profesor, escritor y crítico de arte; obtiene el grado de
Maestro en Docencia en la UABC con la tesis: El arte instalación en la instrucción de las artes desde un modelo
constructivista; así como el grado de Doctor en
Pedagogía Crítica con la tesis: La formación artística desde un Currículo Alternativo. Otras dimensiones
para el compromiso social del arte.
Ha realizado desdec1970 exposiciones en el
país y el extranjero, creador de esculturas urbanas para Tijuana (2004), Toluca, (2010), Tucumán, Argentina (2011), Brisbane
Australia. (2013), entre otras entidades.
Autor de una decena de libros, ensayos y artículos indexados sobre la cultura
regional y la pedagogía critica. De entre sus libros se encuentran:
(2024). Entre
réplicas,
condescendencias y originalidad.
El arte en Tijuana y su devenir. Seleccionado Libro
Universitario UABC, 2023 / actualmente en revisión editorial y próximo a
prensa.
(2019).
Salvador
Magaña. En el juego de las formas, de la tradición a la síntesis. FORCA:
CDMX
(2017).
Los
70. Un período fundamental en la plástica de Tijuana. Tirant Lo Blanch /
UABC: México.
(2016).
De
aquellos páramos sin cultura. Tres décadas de arte en Baja California; de lo
retiniano a lo conceptual. Secretaria de Cultura, CECUT, ICBC: México.
(2010).
Del
arte en terciopelo negro al arte instalación. Apuntes sobre las artes visuales
en Tijuana, UABC/INBA: México, DF.
(2004).
Hacedores de Imágenes (Plástica bajacaliforniana contemporánea), CECUT,
ICBC, IMAC, UABC. México.
Es Maestro Fundador de la
Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Baja California (2003). Investigador en Artes y curador
independiente y actualmente es el coordinador de la Trienal de Tijuana 2 Internacional
Pictórica. Secretaría de Cultura / Cecut.
[1] MT. Técnico Académico
Ordinario de Carrera, Titular; profesor de materias teóricas y talleres de la
Facultad de Artes de Tijuana, UABC, doctor en Pedagogía crítica, artista plástico-visual,
investigador, escritor y crítico de arte.
[2] García
Canclini, Néstor (1989), Culturas Híbridas, Estrategias para entrar y salir
de la Modernidad, México, D.F., Grijalbo.
[3]Pese a
que la comunidad creativa tijuanense (emergente), nos ponía el ejemplo de cómo
poder sobresalir en un universo contemporáneo complejo y selectivo, y no porque
ello fuese exactamente el camino que nos llevaría al reconocimiento como
escuela, ya que replicar ese modelo posmoderno tampoco garantizaba nada; sino
que nos revelaba (y no supimos ver el hecho) no tener que copiar un modelo
arcaico cuya meta seguía siendo lo plástico y su objetivo conquistar un mercado
internacional que no dejaba de catalogarnos como nativistas y folclóricos, y
sobrevivir en una comunidad sin un mercado para el mismo y escéptica, en todos
los aspectos, respecto al arte.
[4] El Modelo Expresionista, cuya acción formativa estará centrada en el
sujeto y la esencia de la práctica artística, consistirá en expresar y
transmitir sus emociones, en ser resonancia de los estados de ánimo y los
sentimientos. La función de la educación artística, por tanto, suplirá al
objeto artístico por el sujeto creador; que destituye al aprendizaje y su
relación con la cultura a favor de la libre expresión, de la espontaneidad
original y creatividad. En otras palabras, un enfoque que fundamenta, su metodología
en la libertad creativa ante la instrucción. (Rosique, 2016)
_
Rosique, Roberto (2016). “Formación artística universitaria, otras opciones”. Pensamiento,
Palabra y Obra. Universidad Pedagógica de Colombia No. 15, enero-junio,
2016, pp. 52-63. Medellín, Co. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=614164964006
[5] En 1987, Gilbert Clark, Michael Day y Dwaine Greer,
establecen el proyecto DBAE (Discipline
Based Art Education), el que será implementado en, prácticamente, todos los
campos formativos norteamericanos y del mundo; nuestra Escuela de artes lo
haría también. Un modelo etiquetado de
neoexpresionista, permeado aún por la tendencia pedagógica expresionista
que pone énfasis en la producción; que retoma la concepción academicista del
arte como saber y entiende a este, como fusión de diferentes ámbitos: la
producción, la crítica, la historia y la estética.
[6] Cierto
que hubo certificaciones (2009, 2023), por parte del Consejo para la
Acreditación en la Educación Superior en Artes (CAESA), una Asociación Civil reconocida por el Consejo para la
Acreditación de la Educación Superior, A.C. (COPAES), como parte de los CIEES; sus
acreditadores, profesionistas, formados bajo los modelos artísticos
tradicionales, emplean su propia metodología para la evaluación y señalan si cumplen o no, con los indicadores de
acreditación necesarias para ser reconocidos (por ellos) como programas con
pertinencia social. Las recomendaciones emitidas serán cumplidas parcialmente.
Asociaciones que, a decir de Hugo Aboites
(2003:31), reflejan una discrecionalidad marcada, pues estas funciones son
parte de un proyecto gubernamental y pro empresarial que promueve una
perspectiva unilateral de los problemas en el campo mexicano. Esta visión
sesgada influye en la creación de normativas que sirven de referencia para
evaluar los planes y programas de las carreras en el país.
_
Aboites. H., (2003). El lado oscuro de los CIEES: Una crítica a los Comités
Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior. Rencuentro.
Análisis de problemas Universitarios, (36), 30-40. ISSN:0188-168X. https://www.redalyc.org/pdf/340/34003604.pdf
[7] _
Puede consultarse en Propuesta de modificación de la Licenciatura en Artes
Plásticas:
_ Perfil de egreso 2003-2010, pp. 44,45).
http://sriagral.uabc.mx/Secretaria_General/consejo/200305/artes.pdf
_ Perfil de egreso 2011- 2023(pp.69, 70)
http://sriagral.uabc.mx/Secretaria_General/consejo/201102/04.pdf
_ UABC (2018). Modelo Educativo.
Cuadernos educativos de Desarrollo Instruccional (pp.33-35) http://web.uabc.mx/formacionbasica/documentos/ModeloEducativodelaUABC2018.pdf
_ Pueden compararse los mapas
curriculares:
_ Mapa curricular 2003-2011, (p.48).
http://sriagral.uabc.mx/Secretaria_General/consejo/200305/artes.pdf
_ Mapa curricular 2011-2023, (p.76).
http://sriagral.uabc.mx/Secretaria_General/consejo/201102/04.pdf
[8] Modelo educativo, UABC,
2023. http://web.uabc.mx/formacionbasica/modeloedu.html
[9] El
respeto es fundamental para el crecimiento conjunto; sin él, todo se estanca o
se distorsiona. Cuando una visión autoritaria se impone desde una jerarquía que
ignora las opiniones de los subordinados, las metas equitativas se vuelven
inalcanzables.
[10] Plan de Desarrollo
Institucional 2019-2023. http://pedagogia.mxl.uabc.mx/transparencia/PDI/PDI_UABC_2019-2023.pdf
[11] Plan de Desarrollo
Institucional 2023-2027.
https://planeacion.uabc.mx/pdi2023/docs/UABC_PDI_2023-2027_Ejecutivo.pdf