Friday, June 02, 2017

La ridiculez del censurador y su oportunismo ramplón

La ridiculez del censurador y su oportunismo ramplón
(es difícil tragarse ese anzuelo y callar)

México (Bueno, Luis Videgaray bajo la anuencia de Pena Nieto) se indigna con la crisis venezolana y se auto-propone juez ante el conflicto que vive este país hermano. De nueva cuenta la maquiavelica participación de este personaje siniestro aconsejando al presidente (recuérdese la pifia de traer a Trump a los Pinos, donde este divo burlesco y gandalla se pitorrea del primer mandatario y de los mexicanos) para tomar una posición protagonista en su país, ante América Latina y el mundo. Lo que sin duda fue una bufonada; pero esto último de erigirse censor, es un cinismo difícil de dimensionar. Sancionar la crisis político-social de Venezuela, no es únicamente una declaración “Infame” como le increpa la ministra venezolana de Relacione Exteriores Delcy Rodríguez (las que Videgaray no refuta), sino tramposa, rastrera y perniciosa.
Denunciar al sistema socialista bolivariano como causante de tal conflicto, declarar una y otra vez el equivoco de tal manejo social (sin jamás mencionar la realidad que ha sido maquillada por la prensa mundial occidentalizada y manipulada por las fuerzas hegemónicas, donde Estados Unidos es el gran orquestador), resulta una desfachatez cínica sin fundamento y que no le da ningún derecho a recriminar, sobre todo, cuando la casa de este político faldero se desmorona por la necrosis de su estructura política.
Pero Videgaray, envalentonado lo hace con un protagonismo enfermizo e ignorante, y omite, porque ese es la razón de todo este asunto, la realidad de su propio país, el más corrupto de América, cuyo sistema político ha dado muestras una y otra vez de su incapacidad de gobernar, de la impunidad en todos los sentidos que como marca registrada hoy lo caracteriza, de la podredumbre política en cada uno de sus gobernantes (federales, estatales, municipales); una nación con mayor índice de analfabetismo, criminalidad y violencia comparativamente con la propia Venezuela que inculpa; señalando la paja en el ojo venezolano y desestimando la viga que desvergonzadamente nos cubre a los mexicanos.
La postura más cómoda es culpar a un tercero de sus fallas y así, ocultar una realidad apabullante de ineptitud que tiene al país en una crisis social que no tarda en estallar masivamente, provocada por una inflación desbordante imposible contener, con uno de los salarios mínimos más bajos ante el mundo, con una corrupción inconcebible sostenida por una impunidad galopante y una ineptitud abismal para la estabilización social y económica del país. La condición típica de declarar a lo buey, creyendo que el pueblo aplaudirá sus ocurrencias, dejó hace tiempo de ser la regla. Ser comparsa es penoso, pero ser pendejo y pensar que nadie se da cuenta es verdaderamente preocupante.
Venezuela y el resto de América Latina deberán denunciar y sancionar al gobierno mexicano por su servilismo con la unión americana y por llevar a su país a una corrupción y desigualdad social jamás imaginada.

Roberto Rosique

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