Los éxitos (rotundos) logrados por la comunidad
artística tijuanense, trascendentales para su historia real, jamás fueron reconocidos,
menos vitoreados, ni siquiera aplaudidos por su comunidad. La ciudad del vicio tenía
otra cara para el mundo, el Sodoma y Gomorra del Noroeste se transformaba en
una nueva meca cultural universal. Que importa eso. Hace dos días entre
chillidos, rabietas, quejas, y jaloneos se coronaba al Rey (las hordas priistas
se vanagloriaban de la fuerza de su imperio) y anoche Tijuana llegó al éxtasis
con el triunfo de los Xolos, el pueblo (fanático) se desborda y desquician (junto
con las autoridades incompetentes) el tráfico. A gritos, claxonazos, estridencias,
letreros (con faltas ortográficas) vitoreando al equipo milagroso, que nos volvía
digno ante la mirada atónita del resto de un México futbolero. El triunfo que
subsana heridas milenarias: dejose de ser prostituida y loca, para convertirse
en chingona y cumplidora. Tijuana es hoy el centro del universo, por momentos
se olvidaron a los Arellano Félix, los Osuna Millán, los Bustamante, las
trampas del Margarito, los cochupos del PAN y la decrepitud del Terrible; hoy sólo
es el triunfo de un equipo (que gana –económicamente-
muy bien) que encumbró sus bonos hasta la cúspide del despilfarro, que volverá
mas y mas millonario al hombre más rico de Tijuana y que el patrioterismo transformó
(como demiurgo) en éxito del pueblo. Y lo creemos: Triunfó TIJUANA. ¡Vaya ironía!
Pulularán Calientes y la religión pro Xolos desbancará
a los filisteos (católicos, mormones, testigos de Jehová o los que fueren). La
vida es así, llena de buenos momentos televisivos, de Circos que nos ayudan a
sanear nuestra mente abotagada.
Tijuana rifa, somos los más chingones, los
gringos, chinguen su madre.
Mañana despertaré con Peña Nieto de Presidente,
los Xolos campeones nacionales del Futbol, pero la misma crisis económica y la
realidad brutal de una Tijuana que sigue adormecida entre la pobreza abismal (y
la ignorancia) de la mayoría y la riqueza soez de unos pocos (muy pocos).
Roberto Rosique
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