Friday, January 22, 2010

A PROPOSITO DE LA VIOLENCIA DE GENEROS


FREEDOM
mixta sobre papel ,políptico.

La violencia hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la Ciudad de México, un estudio que nos brinda un acercamiento confiable a la realidad.

Por Roberto Rosique

Los autores Luis Ortiz Hernández y José Arturo Granados Cosme, profesionales relacionados con la salud e investigadores, particularmente adentrados en la Medicina Social, realizan este estudio en la Ciudad de México, cuyo enfoque principal fue la violencia que sufren los bisexuales, lesbianas y homosexuales (BLH), la cual consideran puede ser producto del sistema de géneros. Para justificar la hipótesis realizan una encuesta a 506 BLH radicados en la ciudad antes citada.

Parten del convencimiento que la opresión limita la satisfacción de las necesidades básicas en tanto que pueden deteriorar la salud física y restringir la participación del sujeto en la vida social y una de estas formas de opresión ─señalan─ deriva del sistema de géneros; de ahí la relevancia de su estudio, sobre todo si anteponemos que existen escasas organizaciones que atiendan los problemas específicos de BLH, así como la falta de reconocimiento institucional y jurídico del gobierno a los arreglos familiares entre individuos del mismo sexo. El estudio en síntesis, realizado en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco se centra en la frecuencia de violencia que han sufrido los BLH estudiados y su relación con el sistema de géneros.

Para entender la violencia hacia esta población en particular y corroborar su origen en el sistema de géneros, así como concebir la lógica de este sistema, inician el estudio haciendo una diferenciación entre sexo, como una característica biológica innata (cromosómico, genético, hormonal y genital) que distingue al macho de la hembra (o hermafroditas, en los casos en que el organismo posea rasgos de ambos sexos) y el género, como el significado cultural que las sociedades atribuyen a los rasgos biológicos vinculados con el sexo, que es variable entre sociedades y modificable con el tiempo. Distinguen en éstos, dos géneros básicos: masculino y femenino o los andróginos, cuya mezcla de características de ambos géneros resulta difícil de ubicarlos en alguna de estas categorías. Se entiende por tanto, que el género no se refiere simplemente a las mujeres o los hombres, sino a la forma en que sus cualidades, conductas e identidades se encuentran determinadas por el proceso de socialización.

El sistema de géneros, entendido según el glosario de términos relativos a la igualdad entre mujeres y hombres propuestos por la Comisión Europea (1998), son un conjunto de estructuras socioeconómicas y políticas que mantiene y perpetúa los roles tradicionales masculino y femenino, así como lo clásicamente atribuido a hombres y a mujeres. De este sistema, los autores derivan tres ideologías dominantes que sustentan la opresión de los BLH: Los estereotipos de género, al androcentrismo y el heterosexismo. Ideologías que al ser retadas por estos grupos, los enfrentan a sanciones y exclusión social.

Los estereotipos de géneros que de acuerdo a Bourdieu (2000), citado por los autores, dictan maneras determinadas del vestido, usos del cuerpo, ademanes, posturas y porte; dejan claro que el macho debe ser masculino y la hembra femenina. Estereotipos, escriben Ortiz y Granados, que demarcan una relación asimétrica en la que lo masculino es superior a lo femenino y reglamentan los usos del cuerpo y delimitan la orientación sexual. Esto hace que el sistema de géneros conciba ─nos dicen─ a la heterosexualidad como la única expresión erótica-afectiva valida (por la supuesta complementariedad entre los sexos, cuyo objetivo principal es la reproducción de la especie). Cualquier expresión erótica opuesta, es contra-natura, dictan los dogmas religiosos y el grueso de la población lo acepta sin objetar, aunque no lo cumpla, en tanto que para el gobierno inmerso en su incompetencia y corrupción esta situación pasa desapercibida. Para los autores, por consiguiente, los estereotipos son en gran parte el origen del heterosexismo.

Esta condición heterosexista que establece como anormal toda relación entre parejas del mismo sexo, al igual que el androcentrismo que considera al hombre como el centro del universo, como la medida de todas las cosas, como el único observador válido de cuanto sucede en el mundo y conlleva la invisibilidad de las mujeres y la ocultación de las aportaciones realizadas por éstas, serán protagonistas centrales para el rechazo social de los BLH; visto así, la violencia generada en torno a ellos, será entendida como un modo de sanción social ya que trasgreden los valores dominantes del sistema de géneros. De ahí que Ortiz y Granados consideran que la violencia se distribuya de manera diferencial entre homosexuales y lesbianas, de igual manera entre las personas que quebrantan los estereotipos de géneros y las que no lo hacen.

Para Ortiz y Granados, los BLH transgreden los sistemas de géneros desde su identidad sexual u orientación sexual, desde su identidad sexual y su rol de género es decir, la manera en que los individuos actúan de acuerdo con los estereotipos y porque practican relaciones que no implican un fin reproductivo. Estas formas de transgresión serán penalizadas de manera distinta entre los sexos. Más sancionadas por los varones y en los varones homosexuales que por las mujeres y en las lesbianas; sentencia que será confirmada en el estudio realizado.

Considerando que la orientación sexual está estigmatizada, dificulta que los reportes en cuanto a ésta orientación sean veraces, por lo que el estudio lo llevaron a cabo (por recomendación de experiencias de otros autores: Hereck y Berril, 1992; Martin y Dean, 1990) seleccionando a individuos con características heterogéneas. Recurrieron para ello a grupos de activismo político y de socialización, organizaciones religiosas, una clínica de VIH/sida, un café, un centro de atención psicológica y una escuela de artes de nivel bachillerato. Los autores consideran la probabilidad que estas muestras elegidas por conveniencia estén sobre-representadas y que por tanto, los resultados no puedan aplicarse a la población en general, por lo que las deducciones del estudio proporcionan una aproximación a la situación. No obstante, las variables aplicadas en los cuestionarios de las distintas formas de violencia, éstas son inmediatamente reconocibles por cualquier persona (independiente de su inclinación sexual) ya que fueron observadas recurrentemente durante el paso por las escuelas públicas y privadas de formación básica, media y superior de nuestro país, porque eran los tipos de violencia más común hacia todo aquel que actuara o incluso, simplemente tuviese la apariencia o modales de homosexual o lesbiana. Si bien esta es una observación poco ortodoxa, un estudio sobre este escenario de rechazo seguramente la confirmaría.

Los autores detallan la metodología empleada para el estudio: Mediante un cuestionario de autoaplicación indagaron las variables de interés (enlistan 14 formas de violencia clasificadas en seis grupos), investigada ésta de tres maneras: 1) Violencias recibida de los 6 a 11 años y de los 12 a 17 años por transgredir los estereotipos de géneros, 2) Violencia recibida en el último año debido a la orientación sexual y 3) Violencia recibida por orientación sexual después de cumplir 18 años de edad.

En términos generales, con los resultados del estudio los autores demostraron que la violencia verbal, en la niñez como en la adultez, fue el modo de agresión más frecuente, tanto por transgredir los estereotipos de géneros como por la orientación sexual; de ésta, los varones fueron los más afectados. De igual forma, tanto la violencia física como sexual presentaron ese predominio. De manera muy amplia el análisis del estudio revela que las raíces de la violencia contra los BLH se encuentran en el sistema de géneros.

De ello González Pages (2005), en un dialogo con Judith Astelarra, tocante a las polémicas sobre género y ciencias sociales, precisa:

Hay una tendencia a suponer que, dado que los roles sexuales existen en todas las sociedades y que siempre existen diferencias, cualquier actividad importante o cualquier rasgo de identidad está diferenciado sobre la base del sexo. Sin embargo, esto no siempre es así; hay muchas cosas que ambos sexos comparten. Pero, en la medida en que lo que se busca son las diferencias, no se investiga con igual interés las semejanzas y la relación que existe entre éstas y las diferencias que son injustas y que deben ser superadas. Para decidir esto, es importante conocer mejor las semejanzas, para saber en qué medida las diferencias son impuestas o elegidas. La carencia de una teoría de las semejanzas y no sólo de las diferencias de género impide, en términos políticos, tener una propuesta clara sobre cuáles son las diferencias injustas y cuáles no.

De ahí lo relevante de la consciencia y los cambios, del conocimiento de los prejuicios contra la transgresión de los estereotipos de géneros; consecuentemente, como bien plantean Ortiz y Granados, que un requisito para eliminar la opresión de los BLH es la supresión misma del sistema de géneros.

El estudio realizado por Ortiz y Granados pone en claro, aún con las posibles limitantes de haber sido efectuado en una población elegida por conveniencia, que las transgresiones a los sistemas de géneros conllevarán sanciones diversas y exclusión social; habrá entonces la necesidad de entender los orígenes para clarificar conceptos y esclarecer dudas, para eliminar los prejuicios entorno a la sexualidad y lograr la posibilidad de ─como dicen los autores─ desarticular el vinculo sexo-género-sexualidad, sin duda algo que haría trascender la noción del simple respeto a la diversidad sexual; lo que a la vez, nos permitiría atisbar un futuro holístico que ofrezca equidad como una base sólida para alcanzar el bienestar y la armonía social.

Referencias:

_ Bourdieu, Pierre (2000). La dominación masculina. Madrid. Ed. Anagrama

_ González Pages, J. C. (2005). Debates de Género. El sistema de género, nuevos conceptos y metodología. Diálogo con Judith Astelarra. Consultado en la Red el 16 de enero de 2010, desde:

http://www.cubaliteraria.cu/delacuba/ficha.php?Id=1774

_ Herek, G. y Berril, K. (1992). Documenting the victimization of Lesbians and gays Men; Methodological Issues. En Hate Crimes. Confronting Violence against Lesbians and Gays Men. Newbury Park: Sage Publications. pp.210-288.

_ Martin, J. y Dean, L. (1990) Developing a Community Sample of Gay Men for an Epidemilogic Study of ASIDS. American Behavioral Scientist. 33 Núm. pp. 546-5615.

_ Ortiz Hernández, L. y Granados Cosme, J. A. (2003). Violencia hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la Ciudad de México. Revista Mexicana de Sociología, Año 65. Núm. 2. Abril-Junio.

_ 100 palabras para la igualdad. Glosario de Términos relativo la igualdad entre mujeres y hombres, Comisión Europea, Dirección General de Empleo, Relaciones Laborales y Asuntos Sociales (1998). Consultado en la red el 14 de enero de 2010, desde:

http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:bLRpsRLHHLYJ:www.confemadera.es/1004/section.aspx/download/151+Glosario+de+t%C3%A9rminos+relativos+a+la+igualdad+entre+mujeres+y+hombres.+Comisi%C3%B3n+Europea&hl=es&gl=es&sig=AHIEtbSsxTesF6PvP7yl0b3OPS-Do9B3sA.


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