Thursday, September 10, 2009

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I Love Tijuana

Curaduría de Cristian Campos

Galería Benjamín Serrano, Casa de la Cultura de Tijuana


Posted by Picasa


Los signos íntimos de la imagen.
(Otra manera de interpretar la realidad; a propósito de I Love TJ)


Mucho se dice que el origen de la fotografía se encuentra en la necesidad que tiene el hombre de plasmar la realidad que lo rodea, hay indicativos a través de su historia que señalan otras motivaciones y que este pretexto por registrar aparece como una consecuencia, la que pese a todo marcará una línea que tendrá continuidad hasta su ruptura con la postmodernidad, en que la perdida del aura vaticinada por Benjamin cuestionará su valor representacional.

Abu 'Ali al-Hasan ibn al-Haytham (965–1040), mejor conocido como Alhazen, fisicomatématico y astrónomo islámico, interesado en desentrañar los misterios de la luz a través de observar la naturaleza y sus estudios ópticos, se dice fue el creador de la cámara obscura, un cubo cerrado Justificar a ambos ladoscon un pequeño orificio en una de sus caras que, al ser atravesado por un rayo de luz, proyectaba invertida la imagen del objeto exterior; para muchos, precursora de la cámara fotográfica. Instrumento que siglos después será perfeccionado por Joseph-Nicéphore Niépce, cuyo descubrimiento hará público más tarde Louis-Jacques-Mandé Daguerre. Una herramienta que revoluciona la forma de registrar nuestra historia y también porque no, de mirar al mundo. Tournachon, Le Gray y Bisson, fotógrafos franceses del siglo XIX reemplazarán el retrato pintado por la fotografía y será el paso inicial para que ésta comience a considerarse una obra artística. La corriente naturalista que surge en ese mismo siglo propiciará su afirmación. El capturar en un instante un fragmento del entorno con un realismo inalcanzable por la pintura, será el mejor pretexto para su consolidación, y cuyo valor representacional será su columna vertebral por más de un siglo.

Aunque la aparición de la imagen digital (electrografía) es otra historia, ambas técnicas se moverán en un sólo sentido: la creación de imágenes. Que es finalmente de donde parten estos artistas emergentes para ofrecernos esta muestra que coincidentemente, por una lado, los hermana al naturalismo, basado en reproducir ─en todos sus aspectos─ la realidad con una objetividad perfecta y documental, tanto en lo sublime como en lo banal y por otra, que es donde supongo surgió el motivo de sus elucubraciones, mostrarnos una obra que no está obligada a ser relacionada con el contexto para que adquiera valor y que su fuerza radique en ser un fin en sí misma.

I Love Tijuana, si bien da muestra, como su nombre lo indica, del apego de estos artistas a la ciudad, sus obras no siempre resultan complacientes y ello me parece un acierto. El deleite dificulta desligarse de supuestos y estos a la vez repudian las formas que se oponen a lo establecido. Aprender a mirar desde perspectivas diferentes es lo que nos proponen las imágenes de esta muestra.

Desde los puntos geográficos en que se ubican cada uno de ellos: Laura Padilla (La Mesa), César Vázquez (Los Pinos), Margarita Félix (Hipódromo), Victoria Luna (Otay), Shente (Centro – Soler) e Iván Ruíz (el sureste de la ciudad), encaran y registran con entera libertad algunos de los rincones o espacios que componen a la ciudad; la idea no es singularizarlos (aunque ello resulta imposible en ocasiones), como tampoco espectacularizar; la simpleza de sus contenidos nos invita a escudriñar estos contextos para descubrir y descubrirnos, pero sobre todo, para darnos la oportunidad de mirar si ataduras, subvirtiendo los lugares comunes como la imagen misma lo propone.

¿Cuál es la diferencia en esta serie de imágenes con tantas otras más (sino que miles) que fotógrafos diversos han expuesto de la ciudad? ¿Que aportan las primeras que les da una razón para exhibirse? Cierto es que a simple vista difícilmente hallaremos diferencias, como tampoco debemos descartar que muchas fotografías realizadas en el pasado buscaban reflejar el amor del autor por su ciudad; sin embargo, en el trasfondo de todo esto existen dos motivos que a mi parecer apuntalan el trabajo y que si bien parte asimismo del apego a la ciudad, expresan ese afecto registrando los espacios por medio de un recurso que no es el medio con que estos artistas se han desenvuelto, es decir, todos ellos (con la excepción de Shente y su experiencia de trabajar en el contexto urbano desde la contracultura grafítica) son artistas formados o en formación en la Escuela de Artes de la UABC con una experiencia plástica mostrada en otros foros y un sustrato teórico que les obliga a expresarse con ideas o conceptos más allá de lo convencional y para este proyecto, optan por la cámara fotográfica como una herramienta más para el registro (primer motivo), sin la preocupación de los, llamémosle, fotógrafos profesionales por capturar las vistas espectaculares, los ángulos estéticos, los rincones tradicionales, los iconos urbanos y todo aquello que sabemos identifica a la ciudad; las imágenes mostradas en I Love Tijuana, son las comunes, aparentemente triviales, con las que nos topamos cotidianamente y que de tan usuales pasan desapercibidas; evitan así las preconcepciones, hablan de su propio entorno e investigan al hombre desde las formas que tiene presente y de la trascendencia que le sugiere un rostro o una calle o un objeto sin valor. Imágenes que no se encuentran encadenadas a un fin representacional (segundo motivo). Imágenes que buscan convertirse por sí mismas en una idea y en un fin por sí mismo. Imágenes que despojan a la ciudad de las visiones memorables, violentas, patibularias; imágenes que deberán servirnos para generar otra manera de ver e interpretar la realidad.

La fotografía o la electrografía es así de generosa (o más), tomémonos un tiempo para descifrar los signos íntimos de la imagen, seguramente aprenderemos a esclarecer esas rutas que nos muestran las otras caras de la cotidianidad.

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