Sueños Húmedos (collage).
Rememorando los viejos conceptos de Debord, la sociedad sigue siendo un verdadero espectáculo de vacilaciones con brotes de malignos virus de origen chinoideporcinos, en donde se regocijan los mercados de la comunicación con una gran preocupación por la salud, sin que olviden, por ninguna razón, dejar de venderanos porquerías y al igual que los gobiernos atosigarnos con verborreas saturadas de un patrioterismo insulso.
Debord, atisbó el porvenir con claridad tal, que aún sorprende:
[El espectáculo señala el momento en que la mercancía ha alcanzado la ocupación total de la vida social. La relación con la mercancía no sólo es visible, sino que es lo único visible: el mundo que se ve es su mundo. La producción económica moderna extiende su dictadura extensiva e intensivamente. Su reinado ya está presente a través de algunas mercancías-vedettes en los lugares menos industrializados, en tanto que dominación imperialista de las zonas que encabezan el desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas el espacio social es invadido por una superposición continua de capas geológicas de mercancías. En este punto de la "segunda revolución industrial" el consumo alienado se convierte para las masas en un deber añadido a la producción alienada. Todo el trabajo vendido de una sociedad se transforma globalmente en mercancía total cuyo ciclo debe proseguirse. Para ello es necesario que esta mercancía total retorne fragmentariamente al individuo fragmentado, absolutamente separado de las fuerzas productivas que operan como un conjunto. Es aquí por consiguiente donde la ciencia especializada de la dominación debe especializarse a su vez: se fragmenta en sociología, psicotecnia, cibernética, semiología, etc., vigilando la autorregulación de todos los niveles del proceso]
Guy Debord
La sociedad del espectáculo, 1967.
Rememorando los viejos conceptos de Debord, la sociedad sigue siendo un verdadero espectáculo de vacilaciones con brotes de malignos virus de origen chinoideporcinos, en donde se regocijan los mercados de la comunicación con una gran preocupación por la salud, sin que olviden, por ninguna razón, dejar de venderanos porquerías y al igual que los gobiernos atosigarnos con verborreas saturadas de un patrioterismo insulso.
Debord, atisbó el porvenir con claridad tal, que aún sorprende:
[El espectáculo señala el momento en que la mercancía ha alcanzado la ocupación total de la vida social. La relación con la mercancía no sólo es visible, sino que es lo único visible: el mundo que se ve es su mundo. La producción económica moderna extiende su dictadura extensiva e intensivamente. Su reinado ya está presente a través de algunas mercancías-vedettes en los lugares menos industrializados, en tanto que dominación imperialista de las zonas que encabezan el desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas el espacio social es invadido por una superposición continua de capas geológicas de mercancías. En este punto de la "segunda revolución industrial" el consumo alienado se convierte para las masas en un deber añadido a la producción alienada. Todo el trabajo vendido de una sociedad se transforma globalmente en mercancía total cuyo ciclo debe proseguirse. Para ello es necesario que esta mercancía total retorne fragmentariamente al individuo fragmentado, absolutamente separado de las fuerzas productivas que operan como un conjunto. Es aquí por consiguiente donde la ciencia especializada de la dominación debe especializarse a su vez: se fragmenta en sociología, psicotecnia, cibernética, semiología, etc., vigilando la autorregulación de todos los niveles del proceso]
Guy Debord
La sociedad del espectáculo, 1967.
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