Wednesday, April 04, 2007

HORIZONTEMIPRETEXTODEGARCIABENAVIDES

Posted by Picasa Trazos de luz ante un pretexto erótico


En ésta muestra titulada: Horizontes, mi pretexto, que nos ofrece Rubén García Benavides (Jalisco, 1937), y que nos introduce a ella con un muestrario fotográfico de su autoría (Blancos Móviles), fotos que a decir del autor motivan su proceso creativo, dan origen, nos insinúa en el texto que las acompaña, al arranque de esas sólidas piezas que con entera facilidad reconocemos suyas. Una mirada acuciosa a las imágenes de Blancos Móviles y de inmediato te sumerges en esas atmósferas estilizadas, en esos planos (semi)desolados que reflejan con mucha cercanía a nuestros ambientes saturados de luz, espacios explorados con amplitud por Rubén, trocados al lienzo en horizontes, su pretexto temático como acertadamente reconoce en el titulo de su muestra, y los convierte, desde mi entender, en sustantivos puntuales de su trabajo.
En Horizontes, mi pretexto encontramos obras que rememoran sus distintas etapas plásticas (con la excepción, tal vez, de las figuraciones de sus inicios como pintor) desde las rotundas Marianas en las que conjuga con bastante eficacia la estilización del paisaje, hasta volverlo casi un elemento abstracto, con las sensuales modelos, pormenorizadas en sus atributos resueltos con esa delicada pincelada propia de su trabajo, hasta las abstracciones atmosféricas alusivas a los extraterrestres en las que si bien mantiene el equilibrio compositivo característico de sus obras, el color deja de tener preponderancia y se limita a una gama opaca de verdes y azules y a un juego de pinceladas sueltas que, al ser colocadas de manera alterna entre las obras de mayor cromatismo, actúan como treguas del color.
Con el título elegido, insisto, Benavides reconoce ampliamente una de las preocupaciones compositivas más recurrentes de su trabajo: los horizontes. Esas superficies que a la distancia delimitan lo terrenal de lo etéreo, planos que consolidan perspectivas, (casi)siempre inundados de luz, evocadores de estas atmósferas californianas, de estos sublimes espacios diurnos o crepusculares, en ocasiones franqueados por senderos o autopistas y las más de las veces por mujeres (Marianas) una suerte de míticas féminas, sensual y cabalmente realizadas. Elementos todos que en su conjunto desligan a la obra del convencional género del paisaje para situarla, como he comentado en otras ocasiones, en un neoromaticismo que nos conmina a ver y entender a la naturaleza rebasando la esfera de lo inconsciente y de lo racional, oponiéndose a la separación entre razón y sentimiento, entre lo real y lo irreal.
El oficio es innegable en este autor cachanilla, el dominio de sus composiciones cromáticas y el ajuste de ellas a espacios determinados sólo son posibles cuando el análisis previo le da sentido a la síntesis estructural. Los planos equilibrados horizontalmente, dejan ver un conocimiento sustantivo de las ordenaciones arquitectónicas, así como una intencionada estilización que conlleva a un número menor de discursos narrativos. Es evidente en estas obras la apuesta del autor por lo visual (como en la mayoría de su trabajo), el equilibrio de los pocos elementos que las componen no persiguen lucirse con historias complejas, sin embargo la solución límpida y bien ejecutada de los fragmentos femeninos inducen y motivan al espectador a entrar al juego de las sensaciones eróticas con dosis suficientes como para no apartarlas de la mente por un buen tiempo y por lógica, volverse recuerdos de fácil evocación.
El arte de Rubén García Benavides sólido en su estructuración y en el balance del color que no permite escarceos con el azar, ejemplifica esa rica veta retiniana del arte bajacaliforniano que ante el vigor, pero también inocencia de muchas obras contemporáneas, sigue mostrando su hegemonía, sustentada ésta, en el conocimiento pleno del oficio y en la inobjetable calidad de las mismas.

Roberto Rosique

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