A QUIÉN CARAJO LE INTERESA LO QUE HICIMOS
-A propósito del auto-alabe tan común hoy en día-
(Develar nuestras nostalgias puede dar como respuesta
silencio, pena ajena o lástima)
“Lo que hiciste bien y para bien tendrá sentido para
otros y saldrá a relucir en cualquier momento, nadie podrá decir lo contrario y
aceptará (aunque sea en silencio) el reconocimiento”
Otra cualidad (o mediocridad) más de las (benditas)redes
sociales es vivir del pasado re-viviendo (valga el retruécano) momentos que
desde nuestra perspectiva fueron y son dignos de volver a recordarse; una
manera sutil o engreída de insistir en lo que fuimos y otros no vieron u
olvidaron; un recurso más para decir que estamos vivos y que no fuimos cualquier
cosa, que algo se hizo bien y merece recordarse. Una condición que podría entenderse
cuando la grandeza que se tuvo (si se tuvo) se acabó, cuando los alabes correspondían
a esos logros y eran o creímos bien merecidos; cuando suponíamos que al mundo
lo devoraríamos de un bocado porque sentimos que solo nuestros chicharrones
tronaban y en nuestro narcicismo -por si fuera poco- llegamos a sentirnos la última
cerveza del estadio.
Los seres humanos somos así, la nostalgia justifica
ausencias y se vuelve indispensable porque nos hace sentir necesitados; recordamos
con tristeza o alegría y eso alimenta los recorridos del presente y alienta a
imaginar un futuro en donde somos bien amados, incluso heroicos. Son actos personalísimos,
íntimos, de constricción que evita que el ego se subleve, indispensables me
parece; de ahí que no creo que haya nada malo por insistir en ello, siempre y cuando
-claro está- se contengan en la intimidad.
El asunto se trastoca cuando nos convertimos en vocero
de nuestros propios logros y eco de los mismos, y los divulgamos al mundo sin
modestia alguna, convencidos de estar haciendo lo correcto, aunque en el fondo
la espina moral te pide retracción, la lógica de la sensatez de muestre el equívoco
y la pena se oculte para no dar la cara; pese a que en el fondo de la conciencia
se está seguro que esto es presunción. Como sea, no interesa de qué lado del
cristal se esté mirando, es engreimiento no importa que por la anemia moral ni
siquiera nos demos por enterados.
Habrá momentos para que esos actos se reconozcan y te enaltezcan,
no siempre la vileza política, la obnubilación religiosa y la mala leche estarán
ocupando el estrellato de las redes sociales; habrá, eso es seguro, un espacio
para dedicarlo al recuerdo de tus buenos actos, no faltará quien los haga
relucir de nuevo, y aunque vimos que el mal puede durar cien años (L.E.A., enero
1922-julio 2022) así como no hay plazo que no se cumpla, el que siembra cosecha,
y aquí, no hay vuelta de hoja.
Roberto Rosique