Órganos, vísceras: último
refugio psíquico (2017)
“Como si el artista
nos convocara a aquellas ether frolics
de mediados del XIX, en las que el padre de la anestesia, Crawford W. Long,
junto con otros médicos, practicaban lúdicamente en busca de la pérdida de los
sentidos, Rosique nos insufla vapores de éter para no sentir los miembros,
adentrándonos en su búnker del subconsciente, eso sí, respetando el juramento
hipocrático para adquirir un compromiso ético olvidado por la contemporaneidad,
que tal como decía Rothko, camina «hacia la eliminación de todos los obstáculos
entre el pintor y la idea, entre la idea y el espectador». El procedimiento de
Roberto Rosique se aleja y a veces parece confrontarse con el laboratorio del terror del arte
contemporáneo, rechazando a la vez la deriva monstruosa de la ciencia y la
biología contemporáneas, con su desvío hacia la eugenesia y la tecnobiología
genética. Concibe, como Georges Bernanos, que «el mundo está enfermo, mucho más
enfermo de lo que pensamos, y eso es lo primero que hay que reconocer para
tenerle lástima»”.
_José Carlos
Ascencio
(Historiador de arte y crítico de arte, Madrid,
Es.)