A
los Candidatos por la Alcaldía de Tijuana (2017-2019)
Nuevo
Gobierno, otras expectativas, y no más de lo mismo.
Hago esta reflexión como fruto de mi
experiencia en el ámbito artístico de Tijuana, ciudad en la que vivo desde hace
más de tres décadas, en la que he sido participe y testigo −al igual que un
número importante de creadores− de su evolución; hoy ya un espacio reconocido como
meca cultural en otras latitudes del orbe.
Reflexión que tiene como fin, sumarse a
otras propuestas con las que seguramente se conformará un amplio pliego de
inquietudes y sobre todo, anhelos por que se considere la cultura artística parte
indispensable de la integridad del individuo y por tanto del desarrollo social,
y no una actividad únicamente lucrativa y lúdica que distrae y divierte y que
tristemente forma parte en las últimas líneas de los programas de gobierno
porque parece no haber otra alternativa o porque se desconoce sus enormes
alcances de beneficio social.
Vivimos en una ciudad estigmatizada por
los medios masivos de comunicación que culturalmente ha demostrado al mundo,
con el esfuerzo independiente de sus creadores, la otra cara de su realidad y
es la que quisiéramos ver reflejada también en sus programas de gobierno, no
como el rubro incómodo porque económicamente no reditúa, sino como la prenda
que viste, que da dignidad y orgullece, porque visibiliza la capacidad
propositiva de los habitantes honestos y productivos, porque así también devela
desvíos y acciones de ciudadanos y funcionarios corruptos, de empresarios
preocupados únicamente por incrementar su capital, y ventila la inconformidad del
accionar populista de gobiernos deshonestos.
El IMAC debe ser la plataforma que
atienda y fomente nuestra cultura tradicional, pero también el lugar que
promocione su cultura artística y no solamente en los muestrarios de sus
espacios expositivos sino en la difusión de sus valores más allá de la frontera
promoviendo el arte poco convencional y de calidad que se produce (no el que
decidan Ustedes), el que merece difundirse por los alcances logrados en lo
propositivo y significativo de sus propuestas.
De ahí que nos preocupe de este nuevo
gobierno, saber a quién le otorgará la responsabilidad de dirigir la
institución cultural; que por supuesto jamás deberá ser el que decidan ellos,
menos aquel que se designa como pago de la factura pendiente por su
incondicionalidad o el que peca de culturoso porque alguna vez fue a una
exposición, leyó algún libro o compró alguna obra de arte, menos aún el amigo o
el pariente por el solo hecho del lazo que los une; eso ya hemos visto que no
funciona y son la causa de la mediocridad que representa la institución. Por
tanto, la lógica exige que quien asuma esa responsabilidad deberá ser el producto
del consenso de la comunidad cultural, la que seguramente otorgará su confianza
al que esté mejor preparado culturalmente, al que conozca la realidad cultural
del contexto y haya mostrado su compromiso por mejorarla, al que decidirá junto
con su consejo consultivo que programas apoyar, que proyectos difundir porque
así conviene a la comunidad; alguien de probada honestidad que vea a la
institución no como una alforja de oportunidades para el lucro y el lucimiento;
sino como una responsabilidad para mostrar al mundo que a Tijuana la
caracterizan otras cualidades.
Este es el mejor momento para que tú
como candidato a la alcaldía demuestres la envergadura de tus principios y el
compromiso real con tu ciudad y su gente; la cultura, -y aseguro que no es
demagogia-, puede ser tu mejor aliada no la desaproveches, menos aún la menosprecies.