Ayer fue un día
de gloria para el pueblo mexicano, según declaró Peña Nieto a nivel nacional en
una información que se trasmitió por todos los canales de la televisión. La razón
fue fundamentalmente la recaptura del Chapo Guzmán, como la gran odisea de su mandato
(olvidó que durante el mismo fue que escapó y era su obligación regresarlo a prisión)
todos los priistas lo vitorearon, incluso, se llegó a la cursilería o al ridículo
de cantar el Himno Nacional como signo de patriotismo (patrioterismo), todo
ello acompañado de una serie de declaraciones lambisconas y patéticas de su círculo
de allegados. Un acto vergonzoso con el que creen demostrar que trabajan por y
para México, cuando la realidad es todo lo contrario, la corrupción está en sus
más altos niveles, la inseguridad avasalladora e incontrolable, una sórdida pobreza insultante y un verdadero
importamadrismo por el país.
Iniciamos el
año con vergüenza hacia el mundo y vemos cada día con mayor claridad que no
somos un país surrealista como André Breton insinuó hace más de medio siglo,
somos un pobre país adormilado y conformista que aspiramos a ver coronada a la selección
nacional de futbol en una copa del mundo y a que la venida (llegada, pues) del
papa argentino haga entrar en razón a la virgencita de Guadalupe para que nos
ayude a dejar de ser tan pendejos.