Los ataques a París son vergonzosos, como los ataques a todo principio que pisoteen la dignidad del ser humano, como
los ataques constantes a la población depauperada, arrinconada en el olvido más
miserable, como los ataques a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, como a todos
los ataques certeros de las guerras injustas y depravadas cuyo único fin fue
mantener hegemonías (Argelia, Vietnam, Irak, y un interminable listado). Parece
que unos duelen más que otros, cuando todos deberían dolernos por igual, como
por igual deberíamos levantar la voz al mundo de su repruebo.
Basta de terrorismo, Basta de
diferencias